La inflación alcanzó el 276,2% en los últimos 12 meses

Los argentinos podrían empezar a encontrar pasta italiana, jamón español o queso francés en sus comercios próximamente. Podría sonar extraño o incluso no parecer noticia, ¿no tienen los argentinos acceso a productos de otros países?

La respuesta es no, las importaciones de alimentos y productos básicos están fuertemente restringidas en la tercera economía más grande de América Latina. Si bien es cierto que algunos comercios ofrecen algunos productos comestibles extranjeros, estos son muy limitados y sus precios son generalmente exorbitantes.

Esta situación está a punto de cambiar, anunció esta semana el gobierno de Javier Milei: ante la negativa de los fabricantes de alimentos de reducir sus precios, el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció que se abrirán las puertas del país para que la llegada de productos importados ofrezca más opciones a los consumidores y mejores precios.

“Como las empresas del sector no quieren corregir los precios, la única forma de corregir es generando competencia. Y creemos que, dada la importancia y el peso de los alimentos, amerita que la primera restricción que levantemos sea por ese lado”, dijo Milei este miércoles.

“No puede ser que aquí un pan lactal cueste cuatro dólares o que un dentífrico esté a siete euros”, expresó Caputo durante un encuentro con la Cámara de Comercio Argentino Norteamericana (AmCham).

“Los propios supermercadistas nos comentaron cómo se habían excedido con los precios, por eso la decisión de abrir las importaciones”, agregó el portavoz presidencial, Manuel Adorni, quien calificó como “farsa” el histórico cierre de la economía argentina al exterior.

Cuando se habla de “excesos”, Adorni podría estar minimizando. Es habitual en Argentina que, en la transición entre un gobierno saliente y otro entrante de distinto signo político, la inflación se dispare. Remarcaciones de precios abusivas, inflación anticipada “por las dudas”, expectativas de devaluación del peso: la combinación es devastadora. En este caso, llevó a una inflación mensual del 25,5% en diciembre, 20,6% en enero y 13,2% en febrero, acumulando un 276,2% en los últimos doce meses.

La Unión Industrial Argentina (UIA) se quejó ante el anuncio del gobierno, pero Milei no piensa retroceder: si la inflación no disminuye pronto y de manera drástica, su apoyo político será muy frágil. Si por algo lo eligieron los argentinos es para que, como el primer economista que llega al poder en la Casa Rosada, arregle la economía, empezando por terminar con la eterna inflación.

Tan preocupado está Milei por la inflación, que permitió que su ministro Caputo tomara medidas que chocan frontalmente con el dogma ultraliberal que profesa el gobierno. El lunes, el ministro de Economía convocó a los responsables de los principales supermercados del país para pedirles que revirtieran las subidas de precios. ¿El argumento? En diciembre subieron los precios esperando una devaluación feroz y continuada del peso que no ocurrió. De hecho, después de alcanzar un máximo de 1.255 pesos por dólar a fines de enero, el dólar se sitúa hoy en torno a los 1.000 pesos. Sin embargo, esta baja no se reflejó en los precios, que continúan en ascenso, desesperando a los argentinos.