La entrevista monopolio del presidente electo Donald Trump con Kristen Welker de NBC News, su primera entrevista televisiva desde que ganó las elecciones, fue un asunto fósforo. En ocasiones, intentó sonar casi mesurado: Trump dijo al presentador de “Meet the Press” que trabajaría con los demócratas para encontrar una modo de preservar el status admitido de los dreamers. Dijo que no prohibiría los medicamentos abortivos, ni despediría al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ni ordenaría el procesamiento de sus oponentes políticos.
Pero, como siempre, los impulsos más agresivos de Trump inevitablemente se apoderaron de él. Poco posteriormente de prometer no perseguir a sus enemigos, Trump dijo el 6 de enero que los miembros del comité selecto de la Cámara “cometieron un delito espinoso y deberían ir a la mazmorra”. Le dijo a Welker que perdonaría a los alborotadores del ataque al Capitolio en su primer día en el cargo. Y haciéndose eco de Robert F. Kennedy Jr., su disyuntiva para dirigir el Unidad de Sanidad y Servicios Humanos, coqueteó con la teoría desacreditada de que las vacunas son responsables del aumento de los diagnósticos de autismo.
Sin confiscación, podría decirse que el momento más significativo de todos se produjo cerca del manifestación de la amplia entrevista. Durante la campaña, Trump propuso aranceles del 10% al 20% sobre todas las importaciones y del 60% sobre los productos procedentes de China. Welker preguntó si podía “respaldar” que los estadounidenses no pagarían precios más altos por esos aranceles.
“No puedo respaldar nulo”, respondió Trump. Señaló (correctamente) que durante su primer mandato se registró una inflación desaparecido, incluso cuando implementó nuevos aranceles. Pero esos aranceles eran en una escalera mucho último. Múltiples estudios proyectan que su nueva y radical propuesta costaría a los estadounidenses cientos o incluso miles de dólares al año.
La importancia de la inflación no se le escapa a Trump. “Gané en dos cosas”, le dijo a Welker más delante en la entrevista. “Gané en la frontera y gané en comestibles”. Y, sin confiscación, ni siquiera Trump, que ha construido una carrera fanfarroneando y prometiendo lo inverosímil, puede fingir que su plan para evitar futuros aumentos de precios funcionará. Los indicadores de inflación muestran aumentos anuales inferiores al 3%, muy por debajo del repunte registrado a fracción de la presidencia de Joe Biden. Pero empresas, desde conglomerados del tamaño de Walmart hasta pequeñas empresas, ya están advirtiendo que es posible que tengan que subir los precios. Y así como Trump se ganó el crédito por la desaparecido inflación en su primer mandato, asumirá la falta de cualquier aumento de precios en el segundo.
Este artículo fue publicado originalmente en MSNBC.com