Desde hace años, mi amiga Viola y yo intercambiamos regularmente recetas saludables. Siempre que una de nosotras descubre nueva literatura centrada en la salud, como el reciente libro Sobrevivir: la ciencia y el arte de la longevidad por el Dr. Peter Attia, o nueva ciencia sobre la longevidad o algunos ingredientes saludables en el supermercado, inmediatamente nos decimos unos a otros.
Hemos aprendido que sustituir alimentos ricos en grasas saturadas, como el tocino, por salmón, o sustituir grasas saturadas como la manteca de cerdo por aceite de oliva, reduce las posibilidades de sufrir un ataque cardíaco y una muerte prematura. Considero que la ingesta de carne debe ser inferior a 200 g al día, mientras que la de verduras puede ser de 500 g, pero también deberíamos comer pescado al menos dos veces por semana. Los dulces y las harinas refinadas deben consumirse con moderación, en porciones controladas y pequeñas. A veces, cuando cocino, utilizo cantidades medidas de aceite y sal para limitar mi ingesta.
El escándalo ha sido devastador. De repente, sentimos que nuestros hábitos de vida saludable habían sido una broma. No importa cuán cuidadosamente planifiquemos nuestra alimentación, cuán cuidadosamente controlemos las calorías, cuánto tratemos de eliminar los riesgos, ¿qué podemos hacer si hay combustible mezclado con nuestro aceite de cocina sin que lo sepamos?
Pero abordar los escándalos alimentarios después de que los medios los expongan es demasiado tarde, y el público no siempre puede permitirse esperar. El gobierno debe intensificar sus normas y controles de seguridad alimentaria para evitar este tipo de escándalos.
Según la ley de higiene alimentaria de China, un infractor puede ser multado con hasta 50.000 yuanes (6.890 dólares estadounidenses) o perder su licencia sanitaria. No es un castigo lo suficientemente severo. Los productores y vendedores de alimentos pueden enfrentarse a cargos penales, pero normalmente sólo después de que los consumidores hayan sufrido graves daños, como en el caso del envenenamiento de un bebé con melamina en 2008.
Es necesario un mayor control de la producción de alimentos y controles más cuidadosos antes de que los productos entren al mercado, y las agencias supervisoras del gobierno deben ser castigadas cuando estallan escándalos.
En el escándalo de las fórmulas lácteas para bebés, varios funcionarios que fueron sancionados por sus descuidos volvieron al poder al parecer sólo unos años después. Esto es desalentador para el público y sugiere que algunas autoridades aún no se toman la seguridad alimentaria lo suficientemente en serio. Castigar a los funcionarios involucrados en escándalos de seguridad alimentaria de la misma manera que a los involucrados en casos de corrupción podría aumentar la confianza de los consumidores.
Es demasiado difícil para la gente corriente estar alerta ante los riesgos para la salud: no se pueden controlar los numerosos eslabones de la cadena alimentaria, desde la producción hasta la venta; créanme, lo he intentado. Es necesario que el gobierno y las grandes empresas adopten más medidas si quieren recuperar la confianza de los consumidores.
Phoebe Zhang es reportera de sociedad del Post.