Hola. Soy Betsy Kim y cubro salud y medio ambiente para The Enquirer.
Me interesan las formas en que los costos de seguro, los algoritmos y el cierre de hospitales afectan su capacidad para ver a su médico. También escribo sobre la asequibilidad de la atención médica, principalmente desglosando las facturas médicas de los lectores.
Como empezó la historia
La mayoría de los días camino a casa desde el trabajo. Vivo en Over-the-Rhine, por lo que mi viaje diario es de unos 25 minutos, menos si no me entretengo en el parque para perros.
En mis caminatas, siempre me ha llamado la atención lo rápido que OTR alterna entre riqueza visible y pobreza igualmente visible.
Es el vecindario donde hay un elegante estudio de yoga a una cuadra de un comedor de beneficencia y donde alguien duerme sobre cartón cerca de un restaurante que sirve comidas de cinco platos.
El Centro de Salud Bobbie Sterne de OTR capta esta realidad a la perfección.
La clínica administrada por la ciudad se encuentra en un codiciado terreno. Desde la sinfónica al final de la calle hasta el estadio TQL al otro lado de Central Parkway, está rodeado de propiedades multimillonarias.
Pero trata a miles de pacientes de bajos ingresos, y si pasa por la entrada trasera de la clínica, como lo he hecho a menudo cuando camino a casa desde el trabajo, verá cuán concurrida se vuelve.
Entonces, cuando los funcionarios de salud de la ciudad revelaron en febrero que podrían cerrar la clínica OTR para abrir una nueva en otro lugar, además de reubicar potencialmente otras tres clínicas de salud de la ciudad, decidí investigar.
Esto es lo que aprendí al hablar con los pacientes que más lo necesitan.
Las conclusiones más importantes
Los funcionarios de salud de la ciudad dicen que dado que la mayoría de los pacientes de la clínica OTR son del West Side, tiene sentido cerrarla para abrir una nueva más al oeste. Según un consultor contratado por la ciudad, hacerlo también podría ahorrar millones de dólares.
Pero Georgia Keith, residente de OTR desde hace casi 60 años, dice que la gente de la zona depende de la clínica para recibir atención médica y servicios sociales que no pueden conseguir en ningún otro lugar.
“Muchas familias van allí”, dijo Keith.