Aunque en diferentes grados, la mayor parte de los primordiales actores de Silicon Valley han apoyado al presidente elegido Trump. No obstante, las grandes tecnologías se favorecen de los grandes datos, los grandes mercados y el apoyo de los grandes gobiernos. El manual del ámbito es intrínsecamente global, aun “globalista”. A veces, aun se cruza con la nación non agradable del trumpismo: China.
La órbita de Trump incluye poco a poco más a las elites de Silicon Valley que han conseguido pasar por alto la oratoria populista que meridianamente no está dirigida a ellos y abrazan violentamente la postura anti-supervisión que tan meridianamente sí lo está. Mas no son sus únicos partidarios con vínculos con grandes empresas de tecnología que parecerían ir a la contra del alegato de MAGA.
Susie Wiles, quien se desempeñará como jefe de gabinete de Trump, se desempeñó como copresidenta de Temas Públicos de Mercury hasta el momento en que empezó a trabajar para su campaña de dos mil veinticuatro. Mercury es una compañía de lobby con clientes del servicio en industrias como las grandes tabacaleras, el alimento morralla y las compañías tecnológicas chinas.
La empresa china de videovigilancia Hikvision ha pagado al viejo empleador de Wiles cinco con cinco millones de dólares estadounidenses desde dos mil quince, conforme documentos del Departamento de Justicia. Hikvision es famosa por proveer tecnología de vigilancia a las autoridades de la provincia de Xinjiang, que la han empleado para agredir a la minoría étnica uigur. El año pasado, Amnistía Internacional descubrió que el equipo de vigilancia de la compañía asimismo se estaba usando en Cisjordania.
Por estas y otras razones, Hikviison ha sido incluida en la lista negra de U.S.A.. El Departamento de Comercio prohibió a las compañías estadounidenses colaborar con Hikvision a lo largo del primer orden de Trump. Mas Mercury semeja haber evitado esa restricción al contratar la división estadounidense de la compañía.
Wiles no es la única persona en la órbita de Trump que trabajó en Mercury, pese al choque de la compañía con la agenda política de Trump. En dos mil dieciocho, la administración Trump prohibió a la compañía china de telecomunicaciones ZTE adquirir equipos estadounidenses. Entonces, ZTE contrató a Mercury para pelear contra la prohibición; Bryan Lanza, ex miembro del personal de la campaña de Trump, se puso en contacto con funcionarios de la Casa Blanca para ejercer presión representando a la compañía china. No obstante, Trump no se refiere a esos enfrentamientos cuando habla del “enemigo interno”.
A largo plazo, puede resultar bastante difícil esconder la flagrante incoherencia entre el mensaje de aislacionismo del MAGA y los negocios “globalistas” que encarna su personal de alto nivel.
Ese conjunto incluye a Elon Musk, el millonario director de SpaceX, Tesla, X y otras empresas tecnológicas. Se ganó sus credenciales MAGA hablando de la “amenaza” liberal a la libertad de expresión y rechazando en público a su hija por el hecho de que es trans.
Pero Musk no es la única personalidad tecnológica ultrarrica de extrema derecha que apoya a Trump. Peter Thiel, el creador conservador de la compañía de tecnología de defensa Palantir, ha apoyado a Trump desde el comienzo. El interés propio tras sus impulsos antiregulatorios es evidente. Los capitalistas de peligro de Silicon Valley, Mark Andreessen y Ben Horowitz, donaron cada uno de ellos dos con cinco millones de dólares estadounidenses a Trump.
“Ciertos de estos tipos ven a Trump como su tarjeta para salir libres de la prisión”, afirmó Jacob Silverman, autor del próximo libro. Ira dorada: Elon Musk y la radicalización de Silicon Valleydijo en el periodo anterior a las elecciones. Imaginan que un segundo orden de Trump quiere decir que van a estar libres de investigaciones del Departamento de Justicia sobre sus empresas, demandas antimonopolio de la presidente de la FTC, Lina Khan, e inclusive exposición delincuente en áreas como el fraude de valores. Se estima que Trump, afirmó Silverman, está presto a disculpar a estos hombres y “hacer que sus inconvenientes desaparezcan”.
Tienen carteras del tamaño del PIB y, no obstante, los millonarios piensan que merecen más. Sienten que los demócratas han limitado su potencial renovador. Aguardan que el estilo de gobierno de Trump, de flagrante ausentismo, extienda sus correas. El claro acercamiento del presidente elegido a los millonarios podría en último término desalentar a ciertos de sus votantes. Aun si lo hiciese, seguramente no tendría relevancia electoral en dos mil veintiocho.