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El Tratado sobre Pandemia debe apoyar la construcción de sistemas de salud sólidos

AMientras se celebra esta semana la 77.ª Asamblea Mundial de la Salud, las negociaciones en torno al Tratado sobre Pandemia están en el centro de las conversaciones.

El tratado se ha visto afectado por retrasos y desinformación. Los intereses creados de las compañías farmacéuticas, los grupos de presión y el locutor británico conservador Nigel Farage, que se queja de “defender la soberanía”, amenazan con descarrilar por completo el proceso del tratado.

Firmar un Tratado sobre Pandemia es de vital importancia para una respuesta global a las amenazas sanitarias emergentes. Los compromisos cruciales que se asoman silenciosamente a lo largo del texto establecen la necesidad fundamental de que los países desarrollen, fortalezcan y mantengan sistemas de salud sólidos para garantizar que estén preparados para la próxima pandemia.

La capacidad de responder a las pandemias es tan buena como la solidez de los sistemas de salud en todo el mundo. El tratado está destinado al fracaso si la mayoría de los países no tienen los medios para desarrollar los sistemas de salud que necesitan.

Más de la mitad del mundo (4.500 millones de personas) todavía no tienen acceso a servicios de salud esenciales. Esto limita gravemente la capacidad del mundo para responder a amenazas emergentes para la salud, como las pandemias.

La pandemia de Covid-19 fue el canario en la mina de carbón. Más del 90% de los países experimentaron interrupciones en los servicios de salud debido al Covid-19. El mundo se cerró; millones murieron; las desigualdades en salud se dispararon; y las enormes pérdidas económicas resultantes todavía afectan a las economías en la actualidad.

Es obvio lo que faltaba: las naciones no habían construido sistemas de salud sólidos y receptivos a escala global, ni tenían suficientes trabajadores de salud protegidos y con recursos suficientes para gestionar adecuadamente la amenaza.

Sin sistemas de salud fuertes y receptivos en todos los países del mundo (que es la viabilidad más fundamental del tratado), la respuesta a la próxima pandemia será insuficiente.

El fracaso en la construcción de sistemas de salud resilientes no es culpa de la Organización Mundial de la Salud. El compromiso de la OMS de defender la salud, los sistemas de salud y un futuro mejor para todos es la piedra angular del enfoque global de la salud.

Más bien, la culpa la tiene la dinámica de poder existente. Las corporaciones, los gobiernos y los financiadores que vinculan las decisiones a los ciclos electorales y a las métricas impulsadas por los donantes sacrifican los beneficios a largo plazo de poblaciones más sanas y productivas.

Esta es la realidad: muchos países no tienen los recursos para fortalecer sus sistemas de salud, lo que amenaza la salud de todos los ciudadanos del mundo.

En realidad, las soluciones son bastante simples:

En primer lugar, los líderes deben reconocer que el enfoque actual de los desafíos sanitarios mundiales no funciona. El status quo de inversiones aisladas centradas en enfermedades específicas, por ejemplo, es insostenible. Miles de millones de inversiones aún no han creado la resiliencia necesaria para afrontar los desafíos que se avecinan.

Invertir en sistemas de salud sólidos, lo que significa invertir en personal sanitario, resuelve muchos de los desafíos más apremiantes a la vez. Ya sea la necesidad de cobertura sanitaria universal, preparación para una pandemia o adaptación y resiliencia contra el cambio climático, la solución es la misma.

Los sistemas de salud son la principal línea de defensa de los países contra las pandemias y otras emergencias sanitarias, incluida la creciente amenaza del cambio climático. Un personal sanitario sólido puede identificar los brotes de enfermedades infecciosas cuando ocurren por primera vez y saber mejor qué intervenciones e inversiones son necesarias para salvar la mayor cantidad de vidas de la manera más rápida posible.

En segundo lugar, es esencial crear el espacio fiscal necesario para que los gobiernos y los financiadores realicen las inversiones necesarias para fortalecer los sistemas de salud, pensando de manera diferente y audaz a escala y en todos los sectores.

El actual sistema de financiación global (financiación multilateral y bilateral y filantropía) no es suficiente para mejorar significativamente la salud global. La crisis de la deuda, que está debilitando a muchos países en todo el mundo, es un claro ejemplo. África gasta más en costos del servicio de la deuda que en atención médica. Pueden ser útiles ideas y enfoques innovadores, como la iniciativa Debt2Health del Fondo Mundial, que convierte los pagos de la deuda en gasto en salud.

En términos más generales, la financiación debe ser a más largo plazo, flexible y exponencialmente mayor para que los países fortalezcan sus sistemas de salud y desarrollen su fuerza laboral sanitaria.

En tercer lugar, la financiación debe centrarse en las prioridades de los países y los planes nacionales, más que en la agenda de los financiadores.

Tomemos el ejemplo de Malawi, donde trabaja Seed Global Health, la organización que dirijo. El Ministro de Salud, Khumbize Chiponda, conoce de primera mano las mayores necesidades del país y cómo alinear la financiación para satisfacer estas prioridades de la manera más eficiente. Ha desarrollado un plan y un presupuesto para el sistema de salud, pero ahora necesita que los financiadores lo sigan para reducir la duplicación, los costos administrativos y de presentación de informes, las inversiones aisladas o incluso los proyectos fallidos que causan más daño que bien. El dinero llegará más lejos y de manera más efectiva si está alineado con las prioridades de los países.

Finalmente, se debe reconocer el valor de una mejor salud para el crecimiento económico, la productividad y la seguridad: casi una cuarta parte del crecimiento en los países de ingresos medios y bajos entre 2001 y 2011 surgió de mejoras en la salud.

Una financiación anual de 31.000 millones de dólares para la preparación ante una pandemia ahorraría billones en los tipos de pérdidas experimentadas durante la pandemia de Covid-19 y que se producen anualmente en menor escala con el cólera, el ébola y otros brotes. A su vez, los sistemas de salud débiles a menudo pueden impulsar la migración a través de las fronteras, ejerciendo presión sobre los recursos del país anfitrión. La salud es un requisito previo fundamental para comunidades estables.

Un Tratado contra la Pandemia sólido es un paso necesario y crucial para prepararse para la próxima pandemia, pero no es suficiente. Cualquier acuerdo logrado con tanto esfuerzo en el tratado corre el riesgo de fracasar si no existen sistemas de salud sólidos para aprovechar los resultados del tratado.

El mundo ya no puede darse el lujo de abordar problemas individuales (pandemias versus cambio climático versus enfermedades no transmisibles versus…) con diferentes caminos a seguir. Es hora de aceptar y actuar en base a una base de sistemas de salud sólidos para la salud, el bienestar y la protección globales.

Vanessa Kerry, MD, es la directora ejecutiva de Seed Global Health.