Cuando se intenta mejorar la atención sanitaria, los fracasos suelen achacarse a los líderes y a la cultura, pero el problema principal suele estar en los sistemas subyacentes. Para generar mejores resultados, aumentar la seguridad y mejorar la eficiencia, las organizaciones de atención sanitaria deben centrar su atención en el diseño de sistemas que faciliten la prestación de una atención de la más alta calidad.
En las últimas tres décadas, muchos sistemas de salud han buscado mejoras en la prestación de servicios de salud para que sean más seguros, más eficaces y más eficientes. Muchos han sido los lemas que han ondeado sobre esta labor: mejora de la calidad, cambio de sistemas, gestión diaria eficiente, mejora del rendimiento, por nombrar algunos. Cuando estas actividades no logran cumplir con los objetivos esperados, se suelen citar dos modos de fracaso comunes e interrelacionados: liderazgo y cultura. El liderazgo porque no ha logrado crear las condiciones que llevarían al éxito de la mejora; y la cultura porque no ha logrado ser el terreno fértil en el que la mejora pudiera echar raíces.