
Retraídos y ansiosos, los ratones del laboratorio de John Cryan se comportaban como lo haríamos usted o yo si hubiéramos experimentado acoso profesional y pensáramos que podríamos encontrarnos con el acosador nuevamente.
La buena nueva, créalo o no, fue que algunos de estos roedores todavía estaban siendo alimentados con una mezcla de microbios derivados de sus propias heces. Por desagradable que suene, tuvo un intención sorprendentemente positivo en su comportamiento. “Fue fenomenal”, dice Cryan, neurobiólogo del University College Cork en Irlanda. “Descubrimos que estos cambios de comportamiento inducidos por el estrés se normalizaron: comenzaron a comportarse como animales normales”.
Aún más sorprendente es que esta transformación mental no se produjo modificando las bacterias de sus intestinos, sino modificando otra forma crucial del microbioma cuya importancia recién ahora se está reconociendo: los virus.
Resulta que estamos plagados de ellos. No de los que nos hacen percibir mal, sino de billones de polizones que desempeñan un papel crucial en el cultivo de un microbioma benefactor y, a su vez, nos hacen más saludables. Investigaciones recientes muestran que la influencia de este “viroma” se puede encontrar en todo el cuerpo, desde la muerte hasta el cerebro. La esperanza es que, al modificarlo, podamos encontrar nuevas formas de tratar diversas dolencias, desde la enfermedad inflamatoria intestinal y la obesidad hasta la ansiedad.
Pluralidad del microbioma
En la última lapso se ha producido un aumento del interés por el microbioma (todos los medios diminutos que viven sobre nosotros y interiormente de nosotros), pero este se ha centrado principalmente en las bacterias. Hasta hace poco se suponía que…