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Lo que podría significar el regreso de Trump a la Casa Blanca para la economía y los impuestos

La frustración de los votantes con su vida económica fue esencial para impulsar a Donald Trump a un segundo orden. Ahora va a depender de Trump procurar mudar esa trayectoria y cumplir sus extensas promesas de reactivación económica.

Trump heredará una economía que ya se halla sobre una base parcialmente sólida. La inflación se ha desacelerado y los sueldos han empezado a lograr los costes más altos. Aunque las compañías no están contratando al mismo ritmo mareante que al salir de la pandemia, el mercado de trabajo prosigue siendo fuerte conforme los estándares históricos, con un bajo desempleo y cerca de una plaza libre por cada persona que busca empleo.

Pero pese a los signos de fortaleza de la economía, el costo de vida y la insatisfacción general con la economía fueron convocados reiteradamente como una de las primordiales preocupaciones de los votantes de cara a las elecciones. Los costos de la residencia han sido un esencial punto de presión sobre los presupuestos de los hogares una vez que los alquileres aumentaron un promedio del veinticuatro% en los últimos 4 años y, con tasas hipotecarias superiores al seis%, adquirir una casa ha estado fuera del alcance de muchos hogares. El alimento ha sido otro gasto en aumento: el costo promedio de los comestibles aumentó un veintidos% en los últimos 4 años y los bancos de comestibles registraron un número récord de personas que procuraban ayuda.

Trump ha presentado una extensa gama de propuestas que, según él, mejorarían el panorama financiero de E.U., muchas de las que requerirán la acción del Congreso, donde los republicanos controlarán el Senado y aguardan supervisar la Cámara. Entre los planes económicos de Trump se hallan deportar a millones de inmigrantes, imponer aranceles radicales a todos y cada uno de los recursos que ingresan a E.U., estimular una mayor producción de petróleo, reducir los impuestos corporativos y quitar los impuestos sobre los ingresos y las propinas de la seguridad social.

Si bien la inflación ha sido un tema esencial para los votantes, una de las promesas centrales de la campaña de Trump (imponer aranceles a todos y cada uno de los recursos importados a E.U.) seguramente aumentaría los costes y costaría a los trabajadores sus trabajos, conforme economistas, conjuntos empresariales e inclusive ciertos aliados de Trump. Trump ha rechazado esas aseveraciones.

“Para mí, la palabra más preciosa del diccionario es ‘arancel’”, afirmó Trump a lo largo de sus declaraciones en el Club Económico de la ciudad de Chicago. “Es mi palabra preferida. Precisa una compañía de relaciones públicas”.

Según la propuesta de Trump, E.U. impondría un arancel de por lo menos el diez% a todos y cada uno de los recursos que ingresen a E.U. desde el extranjero y un arancel del sesenta% a los productos importados de China. Los aranceles los paga al gobierno federal la compañía que importa esos recursos, como un minorista o un fabricante. Esas empresas pueden traspasar los costos a los usuarios incrementando los costes o absorber los costos y conseguir menores ganancias.

Si los aranceles pasados ​​sirven de indicación, los usuarios seguramente van a ver costes más altos. No solo las compañías acostumbran a trasladar el incremento, sino los contendientes que no están sujetos al arancel asimismo acostumbran a subir los costes. Empresas como AutoZone y Black & Decker ya han advertido a los inversores que van a subir los costes si Trump lleva adelante su propuesta arancelaria. Los aranceles decretados por Trump en dos mil dieciocho y dos mil diecinueve provocaron costes más altos para una pluralidad de productos, incluidas lavadoras, bolsos y neumáticos, conforme una investigación de la Oficina Nacional de Investigación Económica.

En la industria del calzado, los usuarios y minoristas se vieron perjudicados por un arancel del siete con cinco% que Trump impuso en dos mil diecinueve a cientos y cientos de millones de zapatos importados de China. Al paso que ciertos minoristas absorbieron el costo de esas tarifas y padecieron un impacto en sus resultados, otros pasaron la tarifa a los usuarios al acrecentar los costes de sus zapatos, afirmó Matt Priest, directivo de Footwear Distributors and Retailers of America.

“Podemos dar fe del hecho de que si nos cobran más por traer un producto, al consumidor le va a costar más adquirirlo”, afirmó Priest. “Es una suerte de Economía ciento uno”.

Trump ha argumentado que imponer aranceles a los productos provenientes de China incitaría a las compañías a trasladar sus plantas a E.U., creando trabajos e impulsando las ventas de los productores estadounidenses.

Pero múltiples estudios, incluyendo los de los aranceles precedentes de Trump y las rondas precedentes de aranceles bajo diferentes administraciones, hallaron que el incremento de los aranceles no llevó a que un número significativo de empresas se trasladaran a E.U. ni creó trabajos para los productores nacionales. Más bien, los aranceles de Trump de dos mil dieciocho sobre el acero y el aluminio llevaron a una reducción del empleo en el campo manufacturero debido a los mayores costos para las compañías que usan acero y aluminio en sus productos, conforme una investigación de la Junta de la Reserva Federal.

Para los zapateros, los aranceles de Trump de dos mil diecinueve no se tradujeron en que ninguna empresa trasladara su producción a EE. UU. debido a los altos costos laborales y la carencia de cadena de suministro y materiales en E.U., afirmó Priest. Afirmó que no piensa que otra ronda de aranceles de Trump cambie ese cálculo.

“Sus costos laborales más altos, la carencia de interés de los trabajadores en fabricar zapatos, la carencia de materiales y distribuidores de materiales acá en los E.U.”, afirmó Priest sobre el traslado de la producción de calzado a los EE. UU. “Se pueden imponer aranceles del doscientos% a las importaciones, y aún no va a suceder. Sencillamente no es un costo competitivo”.

Trump ha prometido “derrotar” la inflación, si bien el ritmo al que aumentan los costes ya ha vuelto a su regla histórica del dos% al tres% en los últimos meses tras lograr su punto máximo en dos mil veintidos. Mas los costes de muchos productos básicos aún se sostienen por encima de sus costes. niveles anteriores a la pandemia.

Para reducir los costos de la residencia, Trump ha dicho que dejaría que se edifiquen residencias en terrenos protegidos por el gobierno federal, algo que podría asistir a acrecentar la oferta de residencias en lugares como Nevada y Arizona. Asimismo afirmó que recortaría las regulaciones para los constructores, si bien muchas regulaciones para la residencia se establecen a nivel estatal y local. Ha dicho que fomentaría la propiedad de residencia mediante incentivos fiscales, mas su campaña no ha sido concreta sobre cuáles serían esos incentivos.

Trump ha dicho que reduciría los costos generales reduciendo los costes de la energía en un cincuenta% a lo largo de su primer año en el cargo, algo que los especialistas de la industria han dicho que no es muy probable. Para conseguirlo, Trump ha dicho que dejaría a las compañías petroleras horadar en más lugares, como en terrenos federales en Alaska, y suprimiría barreras para apresurar la producción.

Los productores de petróleo ya están bombeando niveles récord de petróleo en E.U. y están limitados en lo que se refiere a cuánto pueden horadar debido a restricciones en mano de obra e infraestructura. Las compañías asimismo no están estimuladas a anegar el mercado con demasiado petróleo pues eso haría bajar el costo, lo que les haría perder potencialmente dinero por cada barril que bombean. Los costes del petróleo asimismo los fija un mercado global en el que otros países, como Arabia Saudí o Rusia, podrían recortar la producción para hacer subir los costes y sostener la rentabilidad.

Trump ha dicho que realizará “la deportación más grande en la historia de nuestro país” de inmigrantes indocumentados, aduciendo que asistiría a la economía al liberar residencias y abrir trabajos para los ciudadanos estadounidenses.

Sin embargo, conjuntos empresariales han advertido que deportar a millones de inmigrantes podría crear una escasez de mano de obra que, en último término, haría subir los costes, singularmente en áreas como la producción de comestibles y la residencia, donde los inmigrantes forman una parte esencial de la fuerza laboral.

En la industria de la construcción, que ya encara una escasez de centenares de miles de trabajadores, se calcula que hay uno con cinco millones de trabajadores indocumentados que representan alrededor del trece% de la fuerza laboral total, conforme datos que el Pew Research Center dio a NBC News.

El director de la Asociación Nacional de Constructores de Residencias, Jim Tobin, afirmó a NBC News el mes pasado que una deportación masiva de inmigrantes sería “perjudicial para la industria de la construcción y nuestra oferta laboral y exacerbaría nuestros inconvenientes de asequibilidad de la vivienda”.

La NABH y otros conjuntos industriales han dicho que una razón clave del incremento de los costos de la residencia en los últimos tiempos ha sido un desajuste entre la oferta y demanda una vez que la construcción de residencias se cayera tras la Gran Recesión. Conforme los constructores de residencias han aumentado la construcción de residencias unifamiliares y edificios de pisos en los últimos tiempos, se han enfrentado a costos más altos de mano de obra y materiales, lo que ha aumentado aún más el costo de las residencias.

En toda la economía, un análisis efectuado por estudiosos de la Universidad de New Hampshire halló que una deportación masiva de inmigrantes podría reducir la economía estadounidense, medida por el producto interno bárbaro, hasta en un seis,2%, o cerca de uno con siete billones de dólares estadounidenses en productividad perdida.

Trump ha propuesto una serie de recortes de impuestos, incluyendo una supresión completa del impuesto federal sobre la renta. Mas esos planes tienen diferentes probabilidades de ser decretados, puesto que el Congreso debería aprobar legislación para mudar el sistema fiscal. Aunque ciertos planes son escasos en detalles y existen muchas variables sobre de qué forma se incorporarían sus propuestas, los economistas de la Universidad de Pensilvania estiman que los planes de impuestos y gastos de Trump aumentarían el déficit en cuatro con uno billones de dólares estadounidenses si se tienen presente los efectos que tendrían en la economía por lo general.

Una de las propuestas fiscales con más probabilidades de hacerse realidad sería una extensión de los recortes de impuestos decretados a lo largo de la primera administración de Trump, que expirarán en dos mil veinticinco. Esos recortes redujeron la tasa del impuesto corporativo del treinta y cinco% al ​​21%, redujeron los ingresos individuales tasas impositivas y aumentó la deducción estándar.

Trump ha sugerido que reduciría aún más la tasa del impuesto corporativo, al quince%.

Una de las promesas de campaña más consistentes de Trump ha sido quitar los impuestos sobre las propinas, lo que podría afectar alrededor del dos,5% de los trabajadores que reciben propinas como una parte de sus ingresos. Mas podría ocasionar grandes alteraciones en la manera en que se paga a los trabajadores si más industrias cambiaran a un sistema de propinas en el que los trabajadores reciben un sueldo mínimo y se espera que consigan la mayoría de sus ingresos libres de impuestos. Aun las industrias administrativas podrían adoptar un sistema en el que parte de los ingresos de los empleados se clasifique como propinas.

Eso podría crear estragos para los trabajadores y usuarios y reducir la cantidad de impuestos sobre la renta que colecta el gobierno federal.

Trump asimismo ha dicho que los ingresos que las personas mayores reciben del Seguro Social habrían de estar libres de impuestos. Alrededor del cuarenta% de los adjudicatarios del Seguro Social pagan impuestos federales sobre la renta, en general pues tienen otras fuentes de ingresos que los elevan sobre cierto umbral en el que deben abonar impuestos sobre la renta, conforme la Administración del Seguro Social.

Eliminar un impuesto a la seguridad social significaría una pérdida de ingresos fiscales para el gobierno federal, lo que aumentaría el déficit o debería compensarse con recortes.

Este artículo fue publicado originalmente en NBCNews.com