Trastorno del día
El Sol es un dictador incandescente pero benévolo. Durante miles de millones de primaveras, ha mantenido nuestro sistema crucial perfectamente organizado gracias a la influencia de su poderosa alcance. Todos los planetas giran a su rodeando aproximadamente en el mismo plano y incluso se mueven en la misma dirección.
Aun así, existen ligeras anomalías en la cimentación de nuestro vecindario crucial que no pueden expresarse completamente por la gobernanza del Sol, argumentan algunos astrónomos, porque parece que las órbitas de los planetas fueron alteradas en algún momento en el pasado distante.
Ahora, un nuevo estudio aún por ser revisado por pares sugiere que un enorme objeto interestelar de hasta cincuenta veces la masa de Júpiter puede deber sido responsable de sacar a los planetas de sus órbitas originales, lo que demuestra que tal vez ni siquiera el Sol pueda protegernos del caos causado por intrusos extranjeros.
El trabajo se suma a otros estudios que han propuesto sobrevuelos interestelares para explicar las excentricidades en las órbitas de determinados objetos del sistema solar.
Flujo y reflujo
El sistema solar tiene aproximadamente 4.600 millones de primaveras. Los astrónomos creen que aproximadamente 100 millones de primaveras a posteriori de su existencia, los planetas comenzaron a formarse en una nubarrón plana y giratoria de gas rodeando del Sol incipiente conocida como disco protoplanetario. Esto explica por qué todos los planetas están en ámbito coplanar entre sí y giran en la misma dirección.
Sin bloqueo, no se quedaron quietos y los astrónomos propusieron un aberración llamado migraciones planetarias para explicar cómo ciertos planetas terminaron en lugares improbables. Se cree que Urano y Neptuno, por ejemplo, se formaron más cerca del Sol que donde residen actualmente sus órbitas, mientras que otros planetas en proceso de formación fueron expulsados completamente del sistema.
Hasta ahora, la teoría predominante sobre estas perturbaciones era que eran causadas por interacciones gravitacionales entre los planetas, que pueden empujarse y arrastrarse entre sí fuera de sus posiciones originales, y incluso por la influencia del propio disco protoplanetario, que podría deslizar a los incipientes planetas. mundos y dejarlos en otro oficio.
Invasor espacial
Aún así, quedan algunas arrugas. Las órbitas de los gigantes gaseosos (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) exhiben excentricidades desconcertantes que, según los investigadores, no se explican satisfactoriamente mediante las teorías migratorias actuales.
Entonces, tal vez no fueron sólo mecanismos internos los que causaron la configuración coetáneo, sino poco egregio que atravesó nuestro sistema crucial. Los investigadores calcularon que si un objeto entre dos y 50 veces la masa de Júpiter volara internamente de 20 unidades astronómicas (es proponer, 20 veces la distancia entre el Sol y la Tierra) del centro del sistema solar, podría explicar las extrañas órbitas que vemos hoy.
A través de simulaciones por computadora, los investigadores estiman que la probabilidad de que esto suceda es de 1 entre 100, lo cual es una probabilidad sobrado buena en este campo.
Sin bloqueo, nadie sabe cuál podría deber sido el objeto. Tal vez fue un gigantesco vaporoso insurrecto que fue expulsado de su propio sistema crucial y que caldo a causar estragos en el nuestro. ¿No sería eso poético?
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