Una nueva investigación muestra que pequeños cambios en el estilo de vida están relacionados con diferencias en la salud mental de los adolescentes a lo largo del tiempo

A juzgar por los titulares y las ideas políticas recientes, se podría pensar que el tiempo frente a una pantalla es el único comportamiento de estilo de vida que influye en el bienestar de los adolescentes.

Pero, como los jóvenes tienen dificultades para lidiar con problemas de salud mental cada vez mayores, es fundamental que no nos quedemos con una visión de túnel y, en cambio, recordemos todos los factores del estilo de vida que pueden influir.

Nuestra investigación, publicada hoy, hizo un seguimiento de estudiantes de secundaria australianos de 71 escuelas de Nueva Gales del Sur, Queensland y Australia Occidental. Con el tiempo, las mejoras en el sueño, el consumo de frutas y verduras y el ejercicio se asociaron con mejoras pequeñas pero significativas en la salud mental.

Lo contrario también fue cierto cuando se trató de comportamientos poco saludables como el tiempo frente a una pantalla, la comida chatarra, el consumo de alcohol y el tabaco.

Una mirada integral a los estilos de vida de los adolescentes

Nuestro nuevo estudio de más de 4.400 estudiantes de secundaria australianos analiza un conjunto de comportamientos de estilo de vida: sueño, actividad física moderada a vigorosa, tiempo sedentario (inactivo) frente a una pantalla recreativa, consumo de frutas y verduras, consumo de comida chatarra y bebidas azucaradas, consumo de alcohol y tabaquismo.

En primer lugar, pedimos a los alumnos de 7.º año (12 y 13 años) que informaran sobre sus niveles de estos comportamientos de estilo de vida y que calificaran su malestar psicológico (un indicador general de mala salud mental) utilizando una escala de medición conocida.

Luego, examinamos cómo los cambios en cada uno de los comportamientos de estilo de vida entre el año 7 y el año 10 (edad 15-16) se vincularon con los niveles de angustia psicológica en el año 10. Es importante destacar que tomamos en cuenta el nivel de angustia psicológica que informaron los participantes en el año 7, así como sus comportamientos de estilo de vida en el año 7. Esto significa que podemos ver los beneficios promedio asociados con el cambio de comportamiento, sin importar dónde comenzaron las personas.

Nuestra investigación demostró que el aumento de los comportamientos saludables a lo largo del tiempo se asoció con un menor malestar psicológico. Por el contrario, el aumento de los comportamientos de riesgo para la salud se asoció con un mayor malestar psicológico.

¿Cuanto hace la diferencia?

En promedio, al observar el cambio entre el año 7 y el 10, cada aumento de una hora en el sueño por noche se relacionó con una reducción del 9% en la angustia psicológica.

Cada día adicional de 60 minutos de actividad física moderada a intensa por semana se asoció con una reducción del 3 % en el malestar psicológico. Cada porción diaria adicional de fruta o verduras se asoció con una reducción del 4 % en el malestar psicológico.

Por el contrario, cada hora adicional de tiempo frente a una pantalla se asoció con un aumento del 2% en el malestar psicológico, al igual que cada unidad de aumento en el consumo de comida chatarra o bebidas azucaradas.

Como beber alcohol y fumar son menos comunes en la adolescencia temprana, solo analizamos si habían bebido o fumado alcohol o no en los últimos seis meses. Vimos que pasar de no beber en el séptimo año a beber en el décimo año se asoció con un aumento del 17 % en el malestar psicológico. Pasar de no fumar a fumar se asoció con un aumento del 36 % en el malestar psicológico.

Es importante señalar que nuestro estudio no puede afirmar de manera definitiva que el cambio de comportamiento en el estilo de vida haya provocado el cambio en la angustia. El estudio tampoco puede tener en cuenta los cambios en las circunstancias de un estudiante, como su vida familiar o sus relaciones. Con la encuesta de referencia realizada en 2019 y la encuesta del año 10 realizada en 2022, también existía el posible impacto de COVID.

Pero nuestro diseño longitudinal (seguimiento de los mismos sujetos durante un período prolongado) y la forma en que estructuramos el análisis ayudan a ilustrar la relación a lo largo del tiempo.

Nuestro estudio no midió el vapeo, pero la evidencia muestra que, al igual que fumar, tiene vínculos claros con la salud mental de los adolescentes.

¿Qué significa esto para los adolescentes y los padres?

Las pautas nacionales para estos comportamientos establecen objetivos aspiracionales basados ​​en objetivos de salud óptimos. Sin embargo, las pautas de movimiento y las pautas dietéticas pueden parecer fuera del alcance de muchos adolescentes. De hecho, la mayoría de los participantes en nuestro estudio no cumplían con las pautas de actividad física, sueño, tiempo frente a la pantalla y consumo de verduras en el décimo año.

Lo que demuestra nuestra investigación es que un cambio de estilo de vida saludable no tiene por qué ser todo o nada.

Incluso cambios relativamente pequeños (dormir una hora más cada noche, comer una porción extra de fruta o verdura cada día, reducir una hora el tiempo frente a una pantalla o añadir un día más de actividad física moderada a intensa por semana) están vinculados a mejoras en la salud mental. Y la acumulación de cambios en varias áreas probablemente te resulte aún más beneficiosa.

Los padres pueden desempeñar un papel importante en la configuración de los hábitos de vida (¡incluso en la adolescencia!). El dinero y el tiempo pueden ser obstáculos, pero todo lo que los padres puedan hacer dentro de sus posibilidades es un paso en la dirección correcta.

Por ejemplo, dar ejemplo de un uso saludable de las redes sociales, hacer cambios asequibles en la compra de alimentos para mejorar el contenido nutricional o incluso establecer horarios fijos para acostarse. Además, los padres pueden recopilar información para que los jóvenes puedan tomar decisiones positivas en relación con el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias, incluido el vapeo.

La fotografía más grande

Los cambios en el estilo de vida pueden contribuir a mejorar la salud mental de los adolescentes, pero son solo una parte del rompecabezas. No podemos hacer recaer la carga de abordar la crisis de salud mental de los jóvenes únicamente en el estilo de vida de los adolescentes. Hay mucho por hacer a nivel escolar, comunitario y de políticas para crear una sociedad que apoye la salud mental de los jóvenes.

Los jóvenes que tienen problemas de salud mental pueden necesitar apoyo profesional, al que sus padres y cuidadores pueden ayudarlos a acceder. Los adolescentes o jóvenes también pueden comunicarse directamente con ReachOut o Kids Helpline para obtener recursos y apoyo.

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