El pasado mes de septiembre, sismólogos de todo el mundo detectaron vibraciones nunca antes vistas. Parecía que un zumbido monótono emanaba de Groenlandia y duraría nueve días.
“Esta señal muy, muy extraña apareció, nunca antes la había visto en algunas de nuestras estaciones en el Norte”, dijo Carl Ebeling, sismólogo del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego.
Poco después de que comenzaran las vibraciones, un crucero que navegaba cerca de los fiordos de Groenlandia se percató de que en la remota isla Ella se había destruido un punto de referencia clave (una base utilizada para investigaciones científicas y por el ejército danés para patrullas con perros de trineo).
Los acontecimientos atrajeron a un grupo internacional de sismólogos, militares daneses y oceanógrafos hacia el misterio: ¿Qué había golpeado la isla y de dónde venía?
El jueves, los investigadores publicaron sus conclusiones en la revista Science. La isla había sido golpeada por uno de los tsunamis más grandes jamás registrados, dijeron, con olas que dejaron una marca de agua de unos 200 metros de altura.
Fue el resultado de una serie de eventos raros y en cascada desencadenados por el cambio climático.
Los investigadores descubrieron que el detonante inicial se produjo cuando el aumento de las temperaturas provocó el colapso de la lengua de un glaciar que se estaba adelgazando. Eso desestabilizó una ladera empinada y provocó una avalancha de rocas y hielo que se estrelló contra el profundo fiordo Dickson de Groenlandia. Eso desplazó un volumen enorme de agua, por lo que una ola imponente atravesó el estrecho fiordo, que tiene aproximadamente 2,4 kilómetros de ancho.
Las olas del tsunami, algunas de ellas tan altas como la Estatua de la Libertad, recorrieron las empinadas paredes rocosas que bordean el fiordo. Como el deslizamiento de tierra golpeó el canal en un ángulo de casi 90 grados, las olas rebotaron de un lado a otro durante nueve días, un fenómeno que los científicos llaman seiche.
“Nadie había visto nunca algo parecido”, afirmó Kristian Svennevig, autor principal del estudio, geólogo e investigador principal del Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia.
Los hallazgos son el resultado de una investigación compleja que duró un año. El equipo determinó que la isla Ella, a unos 72 kilómetros del deslizamiento de tierra, fue azotada por un tsunami de al menos 4 metros de altura. Los turistas visitan la isla a veces.
“Solo un par de días antes del incidente, había cruceros en la playa”, dijo Svennevig. “Fue una suerte que no hubiera nadie allí cuando ocurrió”.
Este seiche fue el más largo que los científicos hayan observado jamás. Anteriormente, los tsunamis provocados por deslizamientos de tierra solían crear olas que se extinguían en pocas horas.
“Es realmente una cascada de eventos y no se había observado antes”, dijo Alice Gabriel, coautora del estudio. “La Tierra es un sistema muy dinámico y, en este momento, nos encontramos en una fase en la que este equilibrio tan sensible se ve perturbado de forma bastante violenta debido al cambio climático”.
Los tsunamis causados por deslizamientos de tierra son más comunes de lo que mucha gente cree y son peligrosos para quienes viven o trabajan en algunas regiones del Ártico y el subártico.
En 2017, cuatro personas murieron y 11 casas quedaron destruidas después de que un deslizamiento de tierra provocara un tsunami que azotó la aldea de Nuugaatsiaq, en el oeste de Groenlandia. La ola probablemente alcanzó los 90 metros de altura. Dos aldeas fueron abandonadas después del evento porque es posible que haya más deslizamientos de tierra. Cientos de personas siguen desplazadas, dijo Svennevig.
Bretwood “Hig” Higman, un geólogo de Alaska que estudia los tsunamis causados por deslizamientos de tierra pero que no participó en la nueva investigación, dijo que ha recopilado evidencia que sugiere que los tsunamis causados por deslizamientos de tierra son un problema creciente, aunque se necesitan más estudios.
“Estoy bastante seguro de que estamos viendo que estos eventos se están volviendo más frecuentes”, dijo. “¿Exactamente en qué medida se están volviendo más frecuentes estos eventos y podemos hacer una predicción del futuro? No hemos llegado a ese punto”.
Higman dijo que cree que los investigadores detrás del estudio de Groenlandia “daron en el clavo” con su análisis y que es un ejemplo importante de cuán peligrosos pueden ser estos tsunamis por deslizamientos de tierra.
Las regiones árticas y subárticas se están calentando a un ritmo dos o tres veces superior al del resto de la Tierra porque, a medida que el hielo se derrite, las superficies más oscuras que quedan al descubierto absorben más luz solar. El calentamiento está impulsando tres dinámicas que pueden hacer que los deslizamientos de tierra sean más comunes en las regiones glaciadas, dijo Higman.
En primer lugar, las temperaturas más altas están provocando la erosión del permafrost dentro de las formaciones rocosas, lo que puede debilitar las laderas y hacer que sean más propensas a derrumbarse. En segundo lugar, el calentamiento está adelgazando los glaciares que a veces sostienen las laderas rocosas. La eliminación de ese hielo puede causar un derrumbe repentino. En tercer lugar, el cambio climático aumenta las probabilidades de lluvias extremas, un factor de riesgo importante para los deslizamientos de tierra porque las rocas y los suelos saturados son más propensos a deslizarse.
Higman está catalogando las laderas de Alaska en riesgo de deslizamientos de tierra que podrían causar tsunamis. Dijo que hay docenas de sitios que le preocupan y que necesitan más investigación. Algunos están cerca de áreas pobladas y podrían significar una catástrofe si se deslizaran.
“Nos encontramos en una situación incómoda. Los científicos saben algo, pero no lo suficiente como para tener la certeza necesaria para actuar”, dijo Higman.
El mes pasado, el Servicio Geológico de Estados Unidos informó de un tsunami de 17 metros de altura en la laguna Pedersen de Alaska. Higman visitó el lugar y cree que el tsunami fue más grande de lo que se había estimado inicialmente.
A nivel mundial, el riesgo está creciendo a medida que el desarrollo se expande en algunas regiones polares, lo que aumenta las visitas de mineros, transportistas y turistas, dijo Svennevig.
“Hay más gente allí y al mismo tiempo el riesgo, el peligro geológico, de estos deslizamientos de tierra también está aumentando”, dijo. “Es una combinación desafortunada”.
Este artículo fue publicado originalmente en NBCNews.com