NUEVA DELHI, India (AP) — Firdosa Jan, un ama de casa de Cachemira, prepara té en la cocina de su casa. El paquete del que obtiene las hojas tiene impreso Tata Tea Gold. A cientos de kilómetros de distancia, en el estado de Nagaland, en el noreste de la India, Teisovinuo Yhome, de 25 años, está cocinando un plato a fuego abierto, utilizando sal Tata como condimento.
Yhome ayuda a su madre con las compras de la casa y dice que, hasta donde ella recuerda, siempre han comprado sal Tata.
Tata ha sido un nombre mítico en la imaginación de los consumidores indios durante generaciones. Incluso antes de los días del marketing agresivo, Tata era un nombre muy conocido. La gente consumía su sal y té, veía sus camiones circulando por las carreteras, viajaba en autobuses fabricados por Tata para ir al trabajo, usaba sus productos de belleza y vivía en casas construidas con su acero.
Sobre Tata abundaban las anécdotas. Aunque era un conglomerado empresarial, en la imaginación popular Tata era un hombre a quien envidiar y emular, que a principios del siglo XX construyó el primer hotel de lujo, que era mejor que cualquiera de los que los gobernantes británicos habían construido en la India. Inició la primera aerolínea del país, que fue ejemplar en su servicio y puntualidad.
Tata era socialmente responsable antes de que la responsabilidad social corporativa (RSE) se convirtiera en la palabra de moda para las empresas. El grupo fue el primero en introducir programas de beneficios para sus trabajadores en 1896. Construyó un hospital en Jamshedpur, antes de iniciar una fábrica de acero allí. En 1892, estableció un fondo de dotación para estudiantes indios que deseaban realizar estudios superiores en el extranjero y en 1909 fundó el Instituto Indio de Ciencias, ahora una universidad pública de investigación.
Con el tiempo, su leyenda no ha hecho más que crecer y, en 2008, la empresa acaparó los titulares con su “coche del hombre común”, el Tata Nano. El coche costó alrededor de 2.000 dólares en su lanzamiento. Ese mismo año, Tata adquirió las icónicas marcas británicas Jaguar y Land Rover.
Su cartera de productos es amplia, con docenas de marcas, y aunque la gente sigue usando automóviles, relojes, aires acondicionados, jabones, sal y té Tata, los productos son una fracción de lo que el grupo produce o comercializa.
Ratan Tata, uno de los líderes empresariales más influyentes de la India y ex presidente del Grupo Tata, murió en un hospital de Mumbai el miércoles por la noche. Tenía 86 años. Bajo su liderazgo, el grupo creció hasta convertirse en un conglomerado de 100 mil millones de dólares.