Mientras Robert F. Kennedy Jr. asume su papel como candidato esperado para encabezar el Departamento de Salud y Servicios Humanos federal, los agricultores de Iowa (y, por extensión, la nación) enfrentan un momento crucial. Conocido por su abierta oposición a los pesticidas, particularmente al glifosato, la nueva posición de Kennedy podría influir profundamente en las políticas agrícolas que apuntalan no sólo los medios de vida de los agricultores sino la estabilidad de todo nuestro sistema alimentario.
Para los agricultores de Iowa, el glifosato es más que una sustancia química: es una herramienta indispensable. Para el consumidor medio, es la razón por la que los alimentos siguen siendo asequibles y accesibles. Las consecuencias de cambios drásticos en las políticas sobre pesticidas podrían afectar a las tiendas de comestibles, las pequeñas empresas y las mesas de todo Estados Unidos.
Agricultura sin glifosato: Una casa sin martillo
Los agricultores comparan el glifosato con el martillo de un carpintero: simple pero esencial. Este herbicida permite una producción de cultivos eficiente y rentable y respalda la agricultura sin labranza, una técnica que preserva la salud del suelo y reduce la erosión. Sin él, los agricultores enfrentarían costos disparados y rendimientos significativamente menores, poniendo en peligro su capacidad para satisfacer la demanda.
Pero Kennedy ve el glifosato como una toxina y lo llama “un veneno” que no sólo amenaza la salud pública sino que también daña el suelo mismo. Su postura, si bien se basa en la preocupación ambiental, pasa por alto la realidad sobre el terreno: el glifosato es una necesidad, no un lujo, para los agricultores de Iowa.
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El costo de perder una herramienta crucial
Si las políticas de Kennedy resultan en una prohibición total del glifosato, el impacto en la agricultura podría ser catastrófico. Esto es lo que podría deparar el futuro:
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Costos crecientes: Los agricultores se verían obligados a adoptar alternativas costosas o contratar más mano de obra para el control manual de malezas, lo que reduciría profundamente sus ya escasos márgenes de ganancia.
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Rendimientos disminuidos: Sin un manejo eficaz de las malezas, los cultivos competirían por la luz solar, el agua y los nutrientes, lo que llevaría a una reducción de la producción.
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Contratiempos ambientales: La eliminación del glifosato podría obligar a los agricultores a abandonar la labranza cero, lo que aumentaría la erosión del suelo y las emisiones de carbono.
Estos cambios repercutirían más allá de los campos y afectarían el costo de los alimentos, la supervivencia de las empresas rurales y la seguridad alimentaria de Estados Unidos.
De la granja a la mesa: por qué te afecta
Los agricultores pueden ser los primeros en sentir el impacto de estos cambios, pero los efectos no se detendrán en la puerta de la granja. Así es como los cambios en la política agrícola podrían afectar a todos:
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Facturas de comestibles más altas: La escasez de cereales elevaría el costo de productos básicos como el pan, la carne y los lácteos, lo que afectaría los presupuestos de los hogares.
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Pérdidas de empleo en las zonas rurales: Los agricultores en dificultades significan economías locales en dificultades. Las cooperativas, los proveedores de equipos y las empresas de pueblos pequeños dependen de la agricultura para prosperar.
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Riesgos de seguridad alimentaria: La reducción de la producción interna dejaría a Estados Unidos dependiente de las importaciones extranjeras de alimentos, lo que nos haría vulnerables a las interrupciones en la cadena de suministro.
El sistema alimentario está interconectado. Cuando los agricultores luchan, todos pagamos el precio.
Un mejor camino: equilibrar el cambio y el apoyo
Las preocupaciones de Kennedy sobre los pesticidas surgen del deseo de proteger la salud pública y el medio ambiente, lo cual es encomiable. Pero el progreso real requiere políticas basadas en la colaboración, la empatía y la practicidad. Medidas drásticas sin alternativas viables devastarían a los agricultores y las comunidades rurales. Se necesita un enfoque más equilibrado.
Así es como podría verse:
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Invertir en investigación y desarrollo: Los agricultores no se oponen al cambio; sólo necesitan herramientas asequibles y eficaces para reemplazar el glifosato. Dar prioridad a la innovación es crucial antes de promulgar prohibiciones.
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Proporcionar apoyo transitorio: Las reformas radicales deberían ir acompañadas de subsidios, programas de capacitación y tiempo para que los agricultores se adapten. Sin estas medidas, las transiciones podrían paralizar las economías rurales.
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Colaborar con los agricultores: Las políticas deben reflejar las realidades de la agricultura. Incluir a los agricultores en la conversación garantiza que las soluciones sean prácticas y no punitivas.
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Educar al público: Muchos estadounidenses no comprenden los desafíos de la agricultura. Kennedy tiene una plataforma para resaltar estas realidades y fomentar el apoyo público a soluciones sostenibles y favorables a los agricultores.
El cambio es un proceso, no un mandato de la noche a la mañana. Al trabajar juntos, los formuladores de políticas, los agricultores y los consumidores pueden construir un futuro que dé prioridad tanto a la sostenibilidad como a la supervivencia.
Comprender la realidad de los agricultores de Iowa
Es importante enfatizar que este no es un ataque a Kennedy. Su compromiso con la salud ambiental y su voluntad de desafiar los sistemas convencionales son admirables. Pero el cambio no puede ocurrir sin comprender los desafíos que enfrentan los agricultores.
Los agricultores no son los villanos en esta historia: son los administradores de nuestro suministro de alimentos. Son ellos los que se despiertan antes del amanecer, luchan contra el clima impredecible y gastan cada dólar para alimentar a la nación. El glifosato no es su primera opción; es su única opción viable en un sistema que exige eficiencia y rendimiento.
Si Kennedy realmente quiere dejar un legado positivo, necesita caminar por los campos de Iowa, escuchar las historias de los agricultores y ver de primera mano el delicado equilibrio que mantienen. Comprender sus miedos, esperanzas y desafíos es el primer paso para diseñar políticas justas y efectivas.
Construir un sistema alimentario que funcione para todos
El futuro de la agricultura no se trata de elegir entre sostenibilidad y supervivencia, sino de encontrar una manera de lograr ambas. Kennedy tiene la oportunidad de liderar una reforma significativa, pero debe hacerse con respeto y colaboración. Los agricultores quieren suelos más sanos, agua más limpia y un futuro sostenible tanto como cualquier otra persona. Necesitan las herramientas, el tiempo y el apoyo para llegar allí.
Combinando la pasión de Kennedy por un mundo más limpio y saludable con el ingenio y la resiliencia de los agricultores, podemos crear un sistema alimentario que funcione para todos. Comienza escuchando, colaborando y elaborando políticas que reflejen las realidades de la agricultura.
La agricultura es algo más que alimentar a una nación: se trata de preservar una forma de vida. Lo que está en juego no podría ser mayor, y las decisiones que tomemos hoy determinarán si aseguramos un futuro que sea a la vez sostenible y justo. Esperemos que tomemos las decisiones correctas: para los agricultores, los consumidores y las generaciones venideras.
Brian Frye es un agricultor de Iowa de sexta generación, ex corredor de petróleo crudo y un experto en energía con más de 15 años de experiencia en la industria del petróleo y el gas. Le apasiona explorar nuevas oportunidades para el crecimiento agrícola, luchar por políticas energéticas de sentido común y defender los derechos de los agricultores y propietarios de tierras.
Este artículo apareció originalmente en Des Moines Register: RFK Jr. desprecia el glifosato. ¿Cómo deberían responder los agricultores de Iowa? | Opinión