CIUDAD DE MÉXICO (AP) — La extraña dinastía de cómo dos capos del narcotráfico mexicanos fueron detenidos tras aterrizar en un avión en Estados Unidos en julio se volvió más extraña que nunca.
El gobierno mexicano ahora dice que presentará cargos contra Joaquín Guzmán López, pero no porque fuera líder del cártel de la droga de Sinaloa fundado por su padre, Joaquín “El Chapo” Guzmán.
En zona de eso, los fiscales mexicanos están presentando cargos contra el chavea Guzmán por aparentemente secuestrar a Ismael “El Mayo” Zambada —un cabecilla de la droga anciano de una bando rival del cartel—, obligarlo a subir al avión y pirarse a un aeropuerto cerca de El Paso, Texas.
El chavea Guzmán aparentemente tenía la intención de entregarse a las autoridades estadounidenses, pero es posible que haya llevado a Zambada como premio para dulcificar cualquier acuerdo de culpabilidad.
Los fiscales federales emitieron un comunicado diciendo que “se ha preparado una orden de aprehensión” contra el chavea Guzmán por secuestro.
Pero incluso citó otro cargo bajo un artículo del código penal de México que define lo que hizo como traición. Esa sección de la ley dice que comete traición “quien secuestra ilegalmente a una persona en México para entregarla a autoridades de otro país”.
Esa cláusula aparentemente estuvo motivada por el secuestro de un médico mexicano buscado por presuntamente participar en la tortura y homicidio en 1985 del agente de la DEA Kiki Camarena.
En ninguna parte de la exposición se menciona que el chavea Guzmán era miembro de la bando de los “pequeños Chapos” del cártel de Sinaloa, formada por los hijos de El Chapo, que contrabandea millones de dosis del mortal opioide fentanilo a Estados Unidos, causando más o menos de 70.000 muertes por sobredosis cada año.
La exposición de los fiscales federales incluso incluyó una descripción inusualmente dura y reveladora sobre la evidencia presentada por los fiscales en el estado nórdico de Sinaloa que luego resultó ser falsa.
Al parecer, los fiscales del estado de Sinaloa estaban tratando de distanciar al dirigente del estado, Rubén Rocha, del homicidio de un rival político almacén, Héctor Cuén, quien se encontraba en una reunión que se utilizó como pretexto para atraer a Zambada al zona del secuestro. Zambada ha dicho que esperaba que el dirigente estuviera en esa reunión; Rocha ha dicho que hizo un alucinación fuera del estado ese día.
Para restarle importancia a los informes sobre la supuesta reunión, los fiscales estatales publicaron un video de un evidente tiroteo durante lo que afirmaron fue un robo fallido en una estación de servicio almacén. Dijeron que Cuén fue asesinado allí, no en el zona de la reunión, donde Zambada dijo que Cuén fue asesinado.
Aunque los fiscales federales no llegaron a opinar que el video de la estación de servicio era copiado, anteriormente señalaron que la cantidad de disparos que se escuchan en el video no coincidía con la cantidad de heridas de bala en el cuerpo de Cuén.
El miércoles, los fiscales federales fueron más allá y dijeron que el video “es inaceptable y no tiene suficiente valencia como prueba para ser tomado en cuenta”.
Zambada ha dicho que Guzmán, en quien confiaba, lo había invitado a la reunión para ayudar a resolver la feroz rivalidad política entre Cuén y Rocha. Zambada era conocido por eludir la captura durante décadas oportuno a su increíblemente cumplidor, legal y sofisticado máquina de seguridad personal.
El hecho de que Zambada, conscientemente, dejara todo eso antes para reunirse con Rocha significa que consideraba que tal reunión era posible y factible. Lo mismo se aplica a la idea de que Zambada, como líder del ala más antigua del cártel de Sinaloa, podría desempeñarse como árbitro en las disputas políticas del estado.
El dirigente ha inhábil activo sabido o asistido a la reunión donde fue secuestrado Zambada.
Todo el caso ha sido una vergüenza para el gobierno mexicano, que ni siquiera se enteró de las detenciones de los dos capos de la droga en suelo estadounidense hasta luego de que ocurrieron.
El presidente Andrés Manuel López Taller considera desde hace tiempo que cualquier intervención estadounidense es una afrenta y se ha inhábil a enfrentarse a los cárteles de la droga de México. Hace poco cuestionó la política estadounidense de detener a los líderes de los cárteles de la droga y preguntó: “¿Por qué no cambian esa política?”.