La ciencia ha demostrado desde hace tiempo que un estilo de vida saludable alivio la calidad de vida de las personas, aumenta la esperanza de vida, reduce la prevalencia de determinadas enfermedades crónicas y reduce considerablemente la mortalidad. Pero ¿qué pasa con las personas que están genéticamente predispuestas a tener una vida más corta? Según una investigación realizada en Islandia, se estima que más o menos del 4% de la población es portadora de los llamados genotipos procesables, es sostener, genotipos asociados con una esperanza de vida más corta porque aumentan el aventura de desarrollar una enfermedad para la que existen medidas preventivas o terapéuticas. . En estos casos, ¿puede un estilo de vida saludable tener igualmente un impacto lo suficientemente excelso como para revertir esta predisposición?
Esta pregunta ha sido respondida por un estudio publicado recientemente en la revista científica Medicina basada en evidencia de BMJ, basado en datos de más de 350.000 participantes en el Biobanco del Reino Unido a quienes se les dio seguimiento durante un promedio de 13 abriles. El estudio encontró que la genética y los estilos de vida tienen un impacto independiente en la esperanza de vida de las personas; pero que un estilo de vida saludable puede compensar los riesgos genéticos y prolongar considerablemente la vida de las personas con un genotipo asociado a una esperanza de vida más corta.
En concreto, según los resultados de la investigación, las personas con un suspensión aventura hereditario de tener una vida más corta tienen un 21% más de aventura de asesinato prematura en comparación con aquellas con un aventura hereditario bajo, independientemente de su estilo de vida. Por otro banda, las personas con estilos de vida poco saludables tienen un 78% más de posibilidades de caducar prematuramente, independientemente de su aventura hereditario. Pero lo más importante es que la investigación encontró que las personas con un suspensión aventura hereditario de una esperanza de vida más corta podrían dominar el aventura en más o menos de un 62% y aumentar su esperanza de vida en aproximadamente 5,22 abriles cuando cumplan 40 abriles.
“Esta es la primera vez que se realizan investigaciones para comprender hasta qué punto un estilo de vida saludable puede contrarrestar la genética”, explica el profesor Xifeng Wu, miembro del Unidad de Big Data en Ciencias de la Salubridad de la Arte de Medicina de la Universidad de Zhejiang (China). Según EL PAÍS, los resultados de la investigación demuestran la importancia de “centrarse en desarrollar y perseverar hábitos saludables, independientemente de lo que digan nuestros genes”.
“Es un estudio muy interesante porque hace una valoración conjunta de la genética y los hábitos de vida, para demostrar que la genética, aunque es un divisor que actúa de forma independiente sobre la esperanza de vida, no tiene la última palabra”, afirma Almudena Beltrán de Miguel. entendido en medicina interna, quien sostiene que este tipo de estudios ofrece a los profesionales médicos un “camino” alrededor de una medicina más participativa “en la que se anima al paciente a tomar el control de su propia lozanía”.
¿Qué se entiende por un estilo de vida saludable?
El estudio evaluó varios aspectos relacionados con un estilo de vida saludable, incluido no fumar, perseverar un consumo moderado de trinque, realizar actividad física regular, perseverar un peso corporal saludable, certificar una duración adecuada del sueño y seguir una dieta saludable. En pulvínulo a esto, los participantes del estudio se agruparon en tres categorías de estilos de vida: dispuesto, intermedio y desfavorable.
“En el estudio vimos que todos estos factores pueden compensar significativamente el aventura hereditario de una esperanza de vida más corta, pero identificamos una combinación de estilo de vida óptima que ofrecía los mejores beneficios para prolongar la vida humana y que contenía cuatro factores de estilo de vida: no fumar, participar en una actividad física regular, manteniendo una duración adecuada del sueño y siguiendo una dieta saludable”, explica Xifeng Wu.
“Hay mucho trabajo por hacer en el sueño, porque hasta ahora casi nadie lo incluía como un experiencia de vida saludable. Y como demuestra este estudio lo es, tanto desde el punto de presencia físico como psicológico. Mi sensación es que cuidamos poco la higiene del sueño y que no la abordamos lo suficiente en las consultas”, afirma Almudena Beltrán.
Esta opinión la comparte Pedazo de pan Gil de Miguel, catedrático de Medicina Preventiva y Salubridad Pública de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, quien añade que es necesario poner más afectación en promover una dieta saludable y dominar el consumo de azúcar. “Cada vez vemos más diabetes tipo 2 en personas de 50 abriles, cuando antiguamente esta enfermedad aparecía en personas de 65 abriles”.
Basándose en los resultados del estudio, Xifeng Wu cree que las decisiones políticas en materia de lozanía pública deberían centrarse en “promover la educación sanitaria, fomentar los controles médicos preventivos y proporcionar una mandato sanitaria personalizada a los grupos de suspensión aventura hereditario para dominar el aventura y mejorar la lozanía pública”.
Pedazo de pan Gil de Miguel igualmente sostiene que la educación en estilos de vida saludables es esencia. “Hay que principiar desde la escuela para crear esos hábitos, porque lo que se ha pasado en otros estudios es que, si desde pibe te forman en buenos hábitos, esto te marca y queda registrado. Y sí, es posible que de los 18 a los 35 te vuelvas chiflado, pero de los 40 en delante vuelve lo que aprendiste de pibe”, afirma.
Una opinión que comparte Almudena Beltrán, quien señala: “Nunca es tarde para cambiar hábitos de vida”.
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