No fue el discurso que Joe Biden quería dar. Al menos, no este año, en estas circunstancias.
Pero si determinado sabe lo rápido que puede cambiar la suerte, es este presidente, cuya vida personal y profesional ha estado marcada por la tragedia y la adversidad.
En un estadio repleto en Chicago durante la primera incertidumbre de la Convención Doméstico Demócrata, Biden ofreció una defensa a viva voz de su presidencia, tocando muchos de los temas sobre los que hizo campaña en 2020 y nuevamente este año antiguamente de confiarse su intento de reelección a mediados de julio, unas semanas posteriormente de un desempeño catastrófico en el debate.
“Como muchos de ustedes, entregué mi corazón y mi alma a esta nación”, dijo, cerca de el final de un discurso de casi una hora de duración, interrumpido por estridentes gritos de “Gracias, Joe”.
Biden salió al decorado posteriormente de ser presentado por su hija Ashley y su esposa, Jill, quien le dijo a la audiencia que “lo vio cavar profundamente en su alma” cuando decidió confiarse la carrera presidencial.
A posteriori de abrazar a Ashley, se puso un pañuelo en los fanales para secarse las lágrimas.
El presidente se tocó el corazón y se puso de pie, un poco más erguido frente al atril, mostrando una amplia sonrisa mientras la multitud continuaba aplaudiendo.
Su discurso se centró especialmente en su oficio en la historia, pero dedicó tiempo a elogiar a su vicepresidenta, la mujer que calma que lo suceda en la Casa Blanca.
“Clasificar a Kamala fue la primera audacia que tomé cuando me convertí en nuestra candidata y es la mejor audacia que he tomado en toda mi carrera”, afirmó. “Es una mujer robusto, con experiencia y con una enorme integridad”.
A diferencia de su discurso en la Oficina Oval hace cuatro semanas, Biden no habló directamente de advenir la hachón a una nueva concepción, pero el mensaje fue proporcionado claro. A posteriori de que el presidente concluyó sus comentarios, Harris y su marido Doug Emhoff salieron a abrazar a Biden y a su esposa, Jill.
“Te amo”, le dijo el vicepresidente a Biden posteriormente de su arrechucho.
Si aceptablemente Biden pasó gran parte del final de su discurso centrándose en Harris (un registro tácito de que su desempeño frente a Donald Trump en la votación de noviembre podría determinar cómo la historia y su partido lo recuerdan), muchos de los oradores anteriores de la incertidumbre dirigieron sus homenajes a la presente residente de la Casa Blanca.
Todo comenzó con una aparición planificada, pero no anunciada, de la propia Harris, que subió al decorado entre un estruendoso aplauso.
“Joe, gracias por tu liderazgo histórico y por toda tu vida de servicio a nuestra nación y por todo lo que sigues haciendo”, dijo. “Te estaremos eternamente agradecidos”.
Más tarde, el senador de Delaware Chris Coons, uno de los aliados más cercanos de Biden, tomó su turno para elogiar al presidente.
“Nunca he conocido a un hombre más compasivo que Joe Biden”, dijo. “Nunca he conocido a un hombre que haya aprendido de su propia pérdida y de su propia fe y haya aportado tanto por el futuro de tantos otros”.
Hillary Clinton ofreció su propio homenaje cuando apareció en el decorado más temprano esa incertidumbre, diciendo a la multitud que Biden había “devuelto la dignidad, la estimación y la competencia a la Casa Blanca”.
La candidata demócrata de 2016 recibió una ovación prolongada y señaló que si aceptablemente no rompió el “techo de cristal más suspensión y duro” al convertirse en la primera mujer presidente, “al otro costado de ese techo de cristal está Kamala Harris prestando compromiso al cargo”.
La admisión que recibió Biden en el abarrotado salón de convenciones demócrata fue igualmente emocionante. Los demócratas aquí en Chicago han estado exultantes todo el día. Pero las ovaciones para el presidente podrían ser tanto una señal de obligación por su audacia a regañadientes de hacerse a un costado como un tributo a una carrera política histórica que comenzó en 1972, cuando fue favorito por primera vez para el Congreso a la época de 29 abriles.
Mañana, Barack Obama se dirigirá a los asistentes a la convención. El miércoles, será el turno de Bill Clinton. Entreambos son expresidentes que se presentaron a la reelección y ganaron.
Biden no tendrá esa oportunidad. En cambio, le tocó aclarar y defender su dote como presidente de un solo mandato en un discurso que, incólume que haya un gran acontecimiento doméstico en los próximos cinco meses, será su final discurso frente a una gran audiencia televisiva estadounidense.
Alrededor de el final del discurso, citó un verso de una canción, American Anthem.
“Hazme aprender en mi corazón, cuando mis días terminen, que América, América, te di lo mejor de mí”, dijo.
La multitud estalló en otra ronda de aplausos.
Hace ocho abriles, Biden rechazó una candidatura presidencial en gracia de Clinton, bajo una presión no tan sutil de Obama. Hace cuatro abriles, ganó la nominación, pero la pandemia de COVID-19 le negó la oportunidad de disfrutar de la adulación de una convención demócrata repleta y de la celebración posterior al discurso.
Este fue, entonces, el momento más cercano a un momento de convención demócrata bajo el foco de atención que Biden tendrá.
A posteriori de terminar su discurso –pasada la medianoche en la costa este de Estados Unidos–, el presidente abandonó el estadio y se dirigió al Air Force One para tomar un revoloteo a California para advenir unas ocio. Su tiempo en Chicago, en esta Convención Doméstico Demócrata, se midió en horas, no en días. Y a pesar de sus deseos hace escasamente unos meses, el tiempo que le queda como presidente se medirá en meses, no en abriles.