Especial para el Herald
BASE DE LA FUERZA AÉREA DE KIRTLAND, NM — La identidad propia es fundamental para encontrar el propósito de la vida y es clave para la resiliencia y la salud mental de una persona. Saber quién eres y seguir desarrollándolo requiere esfuerzo y es una habilidad que a la mayoría de las personas les resulta difícil aprender mientras sirven en el ejército.
Para muchas personas, como la aviadora principal Makayla Robinson, defensora del escuadrón de seguridad del sistema de armas 377, se ha roto la barrera entre desarrollar su identidad y recibirla.
Robinson es una nativa del condado de Effingham de 26 años y siempre se ha sentido atraída por los deportes durante toda su vida.
“He jugado al baloncesto desde que tenía cuatro años”, dice Robinson con una sonrisa. “Baloncesto, fútbol, atletismo, lo que se te ocurra. Pero el baloncesto es lo que más me ha marcado”.
Para Robinson, el baloncesto es algo natural. Desde que tiene memoria, el baloncesto ha estado presente en su vida, ya sea por diversión o en equipo.
Jugó al baloncesto desde la escuela primaria hasta la secundaria y se graduó de la escuela secundaria del condado de Effingham jugando para el equipo de baloncesto Lady Rebels. Fue allí donde recibió una beca de baloncesto para la Universidad de Troy.
Durante cuatro años, interpretó a Trojan en representación de la Universidad de Troy mientras completaba su licenciatura en justicia penal. Justo cuando estaba lista para comenzar el siguiente capítulo de su vida, sucedió lo inesperado.
“La COVID me golpeó duro”, recuerda. “Le pegó duro a todo el mundo. Lo que pasó es que cuando llegó, yo ya casi había terminado mis estudios. Ya no veía la posibilidad de encontrar un trabajo estable”.
Al enfrentarse a un desafío, Robinson perseveró. Completó su licenciatura y se aventuró a buscar un trabajo relacionado con su título.
Con un objetivo en mente y una historia familiar de tener seres queridos que han servido, Robinson comenzó a buscar nuevas vías para comenzar el siguiente capítulo de su vida.
“Sabía que quería seguir jugando al baloncesto, pero también quería dedicarme a la investigación policial”, explica Robinson. “Mi familia me dijo: ‘¿Sabes que puedes jugar al baloncesto en el ejército, no?’”.
Algunos miembros de su familia sirvieron en la Marina, pero su hermano la animó a probar algo nuevo. Como sabía que no quería unirse al Ejército ni al Cuerpo de Marines, decidió estudiar la Fuerza Aérea.
“Vi que la Fuerza Aérea tenía una Oficina de Investigaciones Especiales”, recuerda. “Las Fuerzas de Seguridad eran la vía correcta para abrirme paso y coincidía con mi título. Así que me inscribí”.
Se unió en 2022 y llegó a la Base de la Fuerza Aérea de Kirtland ese mismo año. Fue aquí donde Robinson comenzó a jugar partidos de baloncesto en el East Side Fitness Center.
“Un día estaba jugando y un tipo de la Fuerza Espacial me dijo: ‘¡Eres muy buena!’”, recuerda Robinson. “Lo que no sabía es que él conocía al entrenador del equipo de baloncesto femenino de las Fuerzas Armadas. Me puso en contacto y pude hacer una prueba”.
Después de una intensa sesión de pruebas contra oficiales y soldados de diferentes ramas del servicio, Robinson ingresó al equipo de baloncesto femenino de las Fuerzas Armadas. Con su nuevo equipo, practicó incansablemente en preparación para el Cuartel General Supremo de las Potencias Aliadas en Europa. [SHAPE] Torneo Internacional de Baloncesto.
Viajó al extranjero con su equipo para representar a los EE. UU. y jugar en Alemania, Francia y el Reino Unido.
“Definitivamente, jugar con extranjeros era un juego diferente”, recuerda Robinson. “Su estilo de juego era más agresivo que el que jugamos aquí en Estados Unidos. Me recordó lo serio que era el juego”.
El equipo de Robinson obtuvo el primer lugar y ganó el campeonato en el extranjero, trayendo a casa al equipo de EE. UU. con otra victoria.
“Fue una experiencia inolvidable”, comenta emocionada. “Miro hacia atrás y me siento muy agradecida de tener el apoyo de mi equipo local y de escuchar los aplausos de toda la gente en las gradas. Fue increíble”.
Robinson también dijo que un factor de motivación impulsora fue su modelo a seguir en el baloncesto, Chelsea Gray, de las Las Vegas Aces de la WNBA.
“Verla jugar me hizo acordar a mí misma”, dice. “Su juego es de primer nivel, en todos los aspectos. Quiero que sepa que la admiro y que siga esforzándome al máximo para alcanzar su nivel. Espero que algún día pueda llegar a su nivel”.
Hoy, Robinson sigue teniendo la esperanza de jugar algún día en una liga oficial de baloncesto. En cinco años, su objetivo es ascender de soldado raso a oficial. En definitiva, unirse a la Fuerza Aérea le ha permitido hacer las cosas que ama, trabajar en un campo profesional centrado en la aplicación de la ley y jugar al deporte que ama, el baloncesto.
“Toda esta experiencia me ha dado una nueva perspectiva”, concluye. “He podido ver una nueva faceta de mí misma. ¿Qué puedo decir? Me gusta disparar armas y me gusta disparar tiros”.