Hubo un momento en que el punta de Phoenix Suns, Kevin Durant, fue considerado la superestrella más plug-and-play de la NBA. Llévelo en cualquier esquema o situación, y se acercará a 30 puntos por placer en divisiones de tiro 50/40/90, como lo había hecho anteriormente en Tours of Duty para los Oklahoma City Thunder, Golden State Warriors y Brooklyn Nets. Y como el octavo anotador líder en la historia de la cinta, ha hecho acertadamente ese trabajo.
Pero a medida que Durant ha evolucionado más acullá de su mandato en el Ámbito de la Bahía, hemos descubierto que, a menos que cambie a Harrison Barnes por él en un monstruo de 73 victorias, no es tan viable como acoplar y competir a Durant.
Que tiene sentido. Es una superestrella, y como con todas las superestrellas hay personalidades para ser calificadas, deseos de ser cumplidos y solicitar que se otorgue. Solo las demandas de Durant aparentemente han llegado por capricho.
“Simplemente no quería mudarme y quería verlo con mi equipo en Phoenix y ver qué podríamos hacer el resto de esta temporada”, dijo Durant a ESPN sobre un acuerdo en la data remate de intercambio, “así que me alegro de que todavía esté allí”.
Es difícil planificar cuándo incluso tú no sabes lo que positivamente quieres. Y eso parece ser donde estamos en la carrera de Durant. Ha escogido flojear en el equipo más decepcionante de la cinta por un poco más de tiempo.
Esa es la parte extraña. Todo sobre la carrera de LeBron James se ha sentido deliberado. La mudanza a Miami, donde pasó su inexperiencia en South Beach. El regreso a Cleveland, donde consolidó su encomienda como héroe de la ciudad. Y la procesión a Los Ángeles, donde residían los intereses de su negocio y su comunidad.
Esta fue una vez la prescripción de una superestrella exitosa para arriendo. No siempre funciona según el plan.
Se ha sentido más azaroso para Durant. Recibió una convocatoria telefónica de Draymond Green a posteriori de las Finales de la NBA de 2016, por lo que dejó las aspiraciones del campeonato del Thunder para el equipo que los había derrotado en las finales de la Conferencia Oeste. Se cansó de Green y se unió a otra amiga, Kyrie Irving, en Brooklyn. Le pidió a los Nets que adquirieran a otro amigo, James Harden. Y cuando Harden e Irving se cansaron el uno del otro, Durant pensó que Devin Booker era formidable, por lo que igualmente se unió a los Suns y les pidió a Bradley Beal.
Ahora, parece que podría estar destinado a otro destino. A menos que los Suns puedan hacer “una carrera significativa” en los playoffs, habrá “cambios reales” en Phoenix este verano, comenzando con Durant, informó Shams Charania de ESPN. Y sus 11º punto, que “avergonzó a los fanáticos” y “se avergonzó” en la derrota del domingo, según Durant, no van a hacer una carrera significativa, así que espere esos cambios reales.
Tal vez la diferencia entre James y Durant se tráfico más de la fortuna que cualquier otra cosa. Si los Warriors no hubieran volado un compromiso 3-1 a los Cavaliers de James en 2016 o una pandemia no le permitiera a sus Lakers de Los Ángeles para prepararse para la burbuja, sus dos títulos con Miami podrían parecerse a Durant’s en Golden State.
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Y si las redes de Durant se habían mantenido saludables en 2021, cuando perdieron delante el eventual campeón Milwaukee Bucks, tal vez sus actos terceros y cuarto evolucionan de forma diferente. Tal vez él, no James, es el Campeón de arriendo.
En cambio, nos preguntamos qué papel ha desempeñado Durant en cada una de sus paradas que terminan en la miseria. Trasó su preparador y compañeros de equipo al salir de Oklahoma City. Se peleó con Green en la cancha y en el vestuario antiguamente de su salida de Golden State. Sus amigos elegidos lo dejaron en Brooklyn. Y cada informe De Phoenix hace que suene como si el presente equipo de Durant fuera profundamente infeliz.
Superar lo cambia todo. Y Durant no lo ha hecho mucho en los últimos primaveras. Ha sido barredura de los playoffs tantas veces (dos veces) como ha yeguada una serie en las seis temporadas desde que dejó a los Warriors.
Esta es la narración de su carrera. Ya sea que le guste o no. Si debería ser o no. Siguió el plan de James para una superestrella itinerante y no ganó tanto. Su campeonato llegó a un equipo que ganó antiguamente y a posteriori de que se fue. Y sus tenencias, por cualquier razón, se han sumido en malamaces.
Es por eso que fue tan interesante ver a Durant repeler su oportunidad de regresar a los Guerreros. Según los informes, no tenía idea de cuán en el futuro Golden State y Phoenix habían llegado a un posible acuerdo en la data remate de este año, y, en punto de seguir ese capricho hasta una reunión, obtuvo la oportunidad.
Quizás Durant está adoptando un enfoque más deliberado para su carrera. Ahora tiene 36 primaveras, y aunque sigue promediando 26.7 puntos por placer en las divisiones 53/40/82, esta puede ser su oportunidad final para hacerlo acertadamente.
Sabremos qué significa “correcto” para durar cuando pase desde Phoenix, probablemente este verano. Le queda un año en su acuerdo, por lo que puede designar su próximo destino o cambiar de equipo nuevamente en 2026. ¿Quiere unirse a otro amigo en pesquisa de la satisfacción de baloncesto que lo ha escapado, incólume por esos primaveras gloriosos en Golden State? ¿Su próxima parada terminará en angustia igualmente? Eso consolidaría la novelística.
Pero él tiene la oportunidad de reescribir el signo. Podría ser esa superestrella plug-and-play. Podría, por ejemplo, variar los Rockets de Houston en un contendiente serio al unirse a ellos la próxima temporada.
¿Pero quiere eso? ¿Es la superestrella más adaptable de la cinta? ¿O es más complicado? Él tiene mala suerte o creó su propia desgracia, y su próxima parada confirma un patrón o lo rompe.