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Texas está de dorso, o eso cree los fieles de los cuernos.
El monitor en cabecilla Steve Sarkisian tiene casi todo funcionando para él en Austin, y el tablas parece astuto para poco vasto. Y sí, las expectativas son astronómicas. Con el mariscal de campo Arch Manning creando un revuelo incluso antaño de tomar su primer chasquido de la temporada, hay un bife auténtico aquí, no solo chisporroteo.
Sark está bajo el microscopio, y con razón. Dan Wetzel, Pat Forde y Ross Dellenger discutieron sobre el podcast “College Football Enquirer”, la inmensa olla a presión que es el fútbol de Texas.
“Si el Lane Kiffin de Ole Miss siempre es un 7, Texas siempre es un 8”, dijo Forde, “y con Arch Manning, admisiblemente podría ser un 9”. Esa es la expectativa del tamaño de Texas de la que estamos hablando: más vasto, más audaz y con un foco que nunca se atenúa.
Sarkisian ha llevado a Texas a las semifinales de CFP dos veces, pero “lo suficientemente bueno” ya no lo cortará. No se manejo solo de entrar a los playoffs o tener temporadas ganadoras; Se manejo de vencer campeonatos. Dellenger señaló: “25 victorias en los últimos dos abriles, y aún así la presión”, deja en claro que en la tierra de los Longhorns, vencer es solo el punto de partida.
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Arch Manning, el zaguero producto de la dinastía de mariscal de campo de Manning, está bajo el centro de atención como ningún otro. Manning Mania es auténtico, y con ella viene la emoción y la volatilidad para Sark. El monitor en cabecilla de Texas podría no malquistar el despido en el corto plazo, pero con las apariciones consecutivas en los playoffs de fútbol gabacho universitario, la presión para ganarlo todo es innegable.
Con juegos en Ohio State y Georgia, la carretera de Texas no es casquivana. Sarkisian se ha convertido en un reclutador formidable, pero ¿puede entregar cuando más importa? Como Wetzel planteó la pregunta, “¿Cuántos otros departamentos de atletismo no comerciarían para ser Texas en este momento?”
Es el desafío que enfrenta Sark. Con grandes bienes y expectativas aún mayores, este podría ser el año en que Texas convierte la esperanza en gusto.
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