Un portavoz de Elizabeth Taylor afirmó una vez que el considerable aumento de peso de la actriz se debía a “sus glándulas”. Cuando el burlón Peter Cook escuchó esta explicación, lógicamente expresó su longevo simpatía.
“Insuficiente mujer”, dijo. “Ahí está ella, en su suite del Dorchester, mirando la televisión sin causar daño. De repente, sus glándulas levantan el teléfono y piden dos docenas de éclairs y una botella de coñac. ‘No’, grita, ‘¡por distinción, te lo ruego!’ Pero sus glándulas no se dan cuenta. Glándulas determinadas son, sus glándulas. Nunca has conocido glándulas como estas. Llega el carrito y Elizabeth Taylor se esconde en el baño, pero sus glándulas toman los éclairs, derriban la puerta y se los meten en la gaznate…”
Qué aversión que Peter Cook ya no esté con nosotros. Le habría fascinado escuchar el final avance en nuestra comprensión de la obesidad. Y se lo debemos ineficaz menos que a una autoridad como Oprah Winfrey. La reina de los medios estadounidenses ha informado a los oyentes de su podcast que, si eres obeso y te cuesta perder peso, no es porque te falte fuerza de voluntad. Eres sólo una víctima de la mala suerte. Porque, explica, “la obesidad es una enfermedad”.
Bueno, eso es un alivio. A posteriori de todo, estar abultado no es desliz nuestra. Es simplemente una enfermedad que tenemos. Es bueno saberlo. Sólo tengo una pregunta.
¿Cómo se transmite exactamente esta enfermedad?
Sabemos que muchas personas son delgadas en su mocedad pero engordan más delante. Por lo tanto, es de suponer que la enfermedad no es genética, sino vírico. Un día, estás sentado en el autobús, ocupándote de tus propios asuntos, cuando un pasajero obeso de repente estornuda encima de ti las migas de su filete horneado. Esa tinieblas, te vas a la cama sintiéndote mareado y, cuando te despiertas a la mañana venidero, mancuerna 18 kilos.
Espero que los científicos realicen más investigaciones sobre esta terrible enfermedad. Por un lado, me encantaría retener por qué la enfermedad es tan contagiosa en Estados Unidos y otros países occidentales ricos; sin cerco, en los países pobres, la enfermedad no parece propagarse en decisivo. ¿Tienen los etíopes inmunidad colectiva? ¿O descubrieron una vacuna milagrosa?
En Oeste, ahora tenemos medicamentos para desmontar de peso, pero lamentablemente sus fabricantes simplemente no pueden satisfacer la demanda. No obstante, hay medidas que todos podemos tomar para detener la propagación de la enfermedad de la obesidad.
Primero, practique el distanciamiento social, colocándose a dos metros de distancia de la persona gorda más cercana. Y segundo, usar siempre mascarilla.
Eso debería impedirle contraer el virus de la obesidad. O, al menos, evitar que te metas éclairs en la boca.
La censura no impedirá el próximo Southport
¿Quién es positivamente el culpable de la matanza de Southport? El Gobierno y sus partidarios tienen algunas ideas curiosas. En parte, culpan a Amazon por venderle al perjudicial un cuchillo de cocina (un armas que, por supuesto, habría sido impracticable conseguir de otra modo). Y adicionalmente culpan a las redes sociales.
Yvette Cooper, ministra del Interior, dijo a los parlamentarios el martes que “las empresas de redes sociales deben hospedar la responsabilidad” del “material peligroso” compartido en sus plataformas. Y Dale Vince, el multimillonario donante socialista, está totalmente de acuerdo.
“Creo [Axel Rudakubana] “Se radicalizó en gran medida por el contenido en las redes sociales”, argumentó en el software de la BBC. turno de preguntas. “Una de las cosas más importantes que podemos hacer para evitar que esto suceda en el futuro es controlar adecuadamente las redes sociales”.
Pero esto es entender la causa y el emoción al revés. Rudakubana vio vídeos violentos en las redes sociales porque es un psicópata malvado. Cooper y Vince, sin cerco, parecen pensar que ver vídeos violentos en las redes sociales hizo que se convirtiera en un psicópata malvado.
En efectividad, tomar medidas drásticas contra las redes sociales no hará ineficaz para detener el próximo Southport. Aún así, supongo que podemos entender por qué la multitud de izquierda podría adoptar esta peculiar andana. Es mucho más preferible despotricar contra las redes sociales que contemplar otros temas sobrado más incómodos. Como, por ejemplo, el fracaso del multiculturalismo y la posibilidad de que los políticos que nos lo impusieron hicieron que nuestro país fuera catastróficamente menos seguro.
Los traidores me están volviendo majareta
¿Viste tú mismo la última serie de Los traidores? Si es así, sin duda habrán estado rechinando los dientes. Porque, como en series anteriores, los concursantes tenían la enloquecedora costumbre de sostener “tú mismo” en zona de “tú”. Al final de cada episodio, cuando se les pedía que revelaran qué concursante pensaban que era un “traidor”, casi todos decían: “Voté por ti mismo”.
Es desconcertante. ¿Estas personas sólo hablan así en el software o adicionalmente lo hacen en la vida cotidiana? ¿Cantan “Adecuado cumpleaños a ti mismo”? ¿Dicen: “Quieres casarte conmigo mismo”? ¿Creen que Queen tuvo éxito con Nosotros mismos nos balancearemos?
Los expertos en filología afirman que en efectividad existe un propósito psicológico sutil en este tipo de frases. Aseverar “usted mismo” en zona de “usted”, argumentan estos expertos, hace que los comentarios de los concursantes parezcan menos personales y, por lo tanto, es menos probable que enojen a la persona a la que están expulsando del software.
Creo que eso es una tontería. En todo caso, es probable que enoje aún más a esa persona. Porque él o ella estará pensando: “Ya es sobrado malo que lo expulsen. Pero es aún peor ser rechazado por un imbécil analfabeto”.
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