Temperaturas récord en el sur de Asia, inundaciones en Kenia, violentos aguaceros y deslizamientos de tierra en Papúa Nueva Guinea: en 2024 no han faltado fenómenos meteorológicos extremos.
En las noticias, desastres climáticos como estos pueden parecer incidentes aislados y puntuales, pero para los afectados van seguidos de secuelas insidiosas y persistentes. Las catástrofes climáticas se cruzan con tendencias de largo plazo que a menudo ya presentan enormes desafíos al tejido mismo de la sociedad. Muchas comunidades se enfrentan cada vez más a un estado de crisis casi continua que afecta múltiples aspectos de su salud y bienestar. Las poblaciones vulnerables y desfavorecidas suelen ser las más afectadas.
Más de 21.000 trabajadores de la salud (principalmente funcionarios gubernamentales de distritos e instalaciones de África occidental y central, pero con más de 80 países representados) se han registrado para Teach to Reach 10, un evento de aprendizaje entre pares para trabajadores de la salud y humanitarios que tendrá lugar del 20 al 21 de junio de 2024.
Antes de Teach to Reach 10, la Geneva Learning Foundation (TGLF) ha estado invitando a los inscritos a describir cómo el cambio climático está afectando la salud de sus comunidades locales.
Un tema notable de sus respuestas han sido las complejas ramificaciones del cambio climático. Tomemos como ejemplo el calor extremo: las olas de calor aumentan el riesgo de estrés por calor e insolación.
Pero también pueden desencadenar cambios de comportamiento, como dormir al aire libre, que aumentan la exposición a insectos transmisores de enfermedades. El calor nocturno puede alterar el sueño, provocando fatiga, problemas de salud mental y un mayor riesgo de conflictos interpersonales. Las sequías afectan la productividad agrícola, reducen los ingresos de los agricultores, aumentan la pobreza, afectan la disponibilidad de productos frescos, aumentan los precios y exacerban los desafíos del costo de vida. Estos impactos pueden tener consecuencias profundas e inesperadas.
“El año pasado, Malawi experimentó uno de los desastres naturales más terribles, el ‘Ciclón Freddy’. Este ciclón destruyó asentamientos y empresas e incluso se cobró la vida de muchas personas. Durante el ciclón no se salvaron las poblaciones clave, entre las que se encuentran las trabajadoras sexuales. En Malawi, las trabajadoras sexuales dependen únicamente del trabajo sexual como medio para generar dinero. Debido al impacto financiero provocado por el ciclón Freddy, muchas trabajadoras sexuales se vieron luchando por conseguir clientes para ganar un poco de dinero para su mantenimiento. Otras trabajadoras sexuales recurren al sexo sin protección para ganar más dinero. Esto ha provocado un aumento de las infecciones de transmisión sexual entre las trabajadoras sexuales”.
– Phillip King, responsable de campo de la ONG VIH/SIDA, distrito de Zomba, Malawi.
Otros impactos climáticos, como el mayor riesgo de inundaciones, tienen una combinación similar de consecuencias agudas y de largo plazo.
“A mí… me dijeron que dos ancianos frágiles habían estado flotando en las ramas de los árboles esperando morir. Alquilé una canoa para recogerlos y los llevé a la orilla del lago Victoria”.
Muhozi Norbert, epidemiólogo de campo, distrito de Namirembe Masaka (Uganda)
“Una mujer embarazada que trepó a un árbol debido a la inundación se vio obligada a dar a luz en un árbol y fue atendida por una partera.”
– Taban Anthony Stephen, especialista en salud pública, Sudán del Sur
Pero Taban Anthony Stephen también destacó cómo las inundaciones arrasaron los centros de salud y “las carreteras se convirtieron en ríos”, afectando dramáticamente el acceso a la atención. Otros participantes destacaron cómo los sistemas de salud enfrentan tanto una mayor demanda como una capacidad reducida para brindar servicios. Una experiencia compartida desde Camerún ilustra la complejidad de la realidad vivida:
“Permítanme compartir una experiencia del mundo real que ilustra el impacto devastador del cambio climático en la salud de las comunidades donde practico. En 2021, la región occidental de Camerún experimentó lluvias torrenciales sin precedentes, que provocaron inundaciones masivas. Pueblos enteros se encontraron bajo el agua. agua durante semanas.
Como epidemiólogo de campo, fui enviado con mi equipo para evaluar los daños y brindar asistencia médica de emergencia. Lo que más me llamó la atención fue la magnitud del desastre sanitario que se produjo tras estas inundaciones. Las fuentes de agua potable quedaron contaminadas por las inundaciones, lo que provocó un devastador brote de cólera. En apenas unas semanas hemos registrado cientos de casos y decenas de muertes, principalmente entre niños y ancianos.
Al mismo tiempo, las malas condiciones higiénicas en los campamentos improvisados han favorecido la propagación de enfermedades diarreicas, sarna y otras infecciones de la piel. Los centros de salud se vieron rápidamente desbordados y carecían de recursos para hacer frente a la afluencia masiva de pacientes.
Además, las inundaciones han destruido los cultivos alimentarios, lo que ha provocado una grave inseguridad alimentaria en la región. Hemos visto un aumento alarmante en los casos de desnutrición grave entre los niños, lo que los pone en mayor riesgo de enfermedad y muerte.
Esta experiencia tuvo un profundo impacto en mí y me abrió los ojos a las consecuencias devastadoras que el cambio climático puede tener en la salud pública, particularmente en comunidades vulnerables y poco preparadas. Destaca la urgencia de tomar medidas para mitigar los efectos del cambio climático y fortalecer la resiliencia de los sistemas de salud frente a estas crisis emergentes.
Por eso creo que mi relato de primera mano, junto con datos epidemiológicos sólidos, podría ofrecer información valiosa sobre el impacto real del cambio climático en la salud en nuestra región. Esto podría ayudar a crear conciencia entre los socios y movilizar recursos para intervenciones específicas y sostenibles”.
– Ndjie Daniel Laetitia, Epidemiólogo, ONG, Distrito de Dschang, Camerún
Es inevitable que las poblaciones de todo el mundo enfrenten más desafíos relacionados con el clima. No es inevitable que estos desafíos tengan los efectos devastadores descritos anteriormente. Programas de salud pública y sistemas de atención primaria de salud más sólidos y resilientes podrían reducir significativamente los impactos en la salud y el bienestar humanos. Las contribuciones de los trabajadores de la salud enfatizan que se necesitan enfoques basados en sistemas, que consideren toda la gama de impactos potenciales, con plena participación de la comunidad para garantizar que las medidas de mitigación sean apropiadas, viables y sostenibles.
Y, como también lo ilustran claramente las contribuciones de los trabajadores de la salud en la primera línea del cambio climático, esos esfuerzos son necesarios ahora.