Los demócratas están dirigiendo su ira por la pérdida de la carrera presidencial cara Joe Biden, a quien culpan de preparar a Kamala Harris para el descalabro al no desamparar ya antes.
Dicen que su avanzada edad, las dudas sobre su agudeza mental y su profunda impopularidad ponen a los demócratas en una marcada desventaja. Están coléricos pues se vieron obligados a abrazar a un aspirante que los votantes habían dejado claro que no deseaban, y después continuaron en la carrera mucho una vez que quedó claro que no podía ganar.
“No debería haberse presentado”, afirmó Jim Manley, uno de los primordiales aconsejes del ex líder de la mayor parte del Senado, Harry Reid. “Este no es instante para andarse con rodeos ni preocuparse por los sentimientos de absolutamente nadie. Él y su personal han ocasionado un daño enorme a este país”.
Según entrevistas con prácticamente doce funcionarios y operadores del partido, Biden desaprovechó meses valiosos solo para finiquitar en un desastre en el escenario del discute. Y cuando decidió pasar el testigo, ya había cargado a Harris con demasiados retos y poquísimo tiempo para edificar un caso ganador.
El nuevo enfado contra Biden se generó cuando los demócratas se lanzaron a una ronda de recriminaciones tras la derrota definitiva del martes ante Donald Trump, y los funcionarios lucharon por explicar por qué la mayor parte del electorado votó por los republicanos por vez primera en veinte años.
Los líderes demócratas aguardaban que Harris pudiese separarse de las deficiencias de Biden tras aceptar la nominación a solo ciento siete días de las elecciones. El cambio de aspirante en el mes de julio produjo una nueva avalancha de entusiasmo entre los votantes y pareció restituir de forma instantánea la carrera, fortaleciendo la teoría de que podría conseguir una victoria contra un contrincante tan divisivo como Trump.
Pero cualquier avance conseguido por Harris a lo largo de su campaña abreviada se vio empañado el martes por la durable reacción contra la administración Biden por las preocupaciones sobre la inflación y el costo de la vida, y por un presidente que probó ser inútil de persuadir al electorado de sus logros y cuyo aparente exceso de confianza lo sostuvo distanciado. en la campaña pese a las crecientes señales de que no estaba listo para el puesto.
“Ella realizó una campaña excepcional con una mano durísima”, afirmó Mark Longabaugh, estratega demócrata y ex consultor del miembro del Senado Bernie Sanders (I-Vt.), sobre Harris. “La verdad del tema es que Biden debería haberse hecho a un lado ya antes y dejar que el partido elaborara un plan de acción más largo”.
La pérdida, afirmaron tanto partidarios como críticos, va a dejar una mella durable en un legado que Biden edificó constantemente a lo largo de más de medio siglo en la política, acabando en lo que imaginó sería una derrota definitiva de Trump y su estilo divisivo de política. En cambio, la presidencia de Biden ahora va a estar indisolublemente ligada al regreso de Trump a la Oficina Oval y sus logros legislativos corren el peligro de ser minados por su sucesor. Es en parte una consecuencia, concluyeron ciertos demócratas, de que Biden dejó que el orgullo y el ego nublaran el agudo juicio político que había ayudado a su largo ascenso a la Casa Blanca.
“Había un cansancio de Biden”, afirmó James Zogby, un veterano de 3 décadas del Comité Nacional Demócrata, sobre el cambio ocurrido en el electorado en los últimos tiempos. “Y soportó demasiado”.
Biden llamó el miércoles por la tarde a Trump para felicitarlo por la victoria y encomió a Harris en un comunicado, diciendo que “en circunstancias excepcionales, dio un paso al frente y lideró una campaña histórica”. Planea hacer sus primeros comentarios públicos sobre las elecciones en un alegato nacional el jueves.
Dentro de una Casa Blanca sombría, los asistentes que aún procesan los resultados se enfurecieron frente a las dudas sobre la resolución de Biden de postularse para la reelección, señalando el historial legislativo que había amontonado en sus primeros un par de años y los resultados de mitad de orden mejores de lo aguardado que sugerían Los demócratas tuvieron impulso político. De forma afín, hubo pocos arrepentimientos inmediatos por la resolución de Biden de desamparar y apoyar a Harris, eludiendo la posibilidad de una lucha difícil para sustituirlo.
En cambio, mantuvieron aconsejes y aliados, la derrota del martes fue tan extensa que no es obvio que algún demócrata hubiese podido ganar en semejantes circunstancias. La ira anti-gobernante encendida por la inflación que se había extendido por Europa en los últimos tiempos por último llegó a EE.UU. Y cuando los votantes de la clase trabajadora se inclinaron de forma decisiva cara Trump, expresaron dudas de que Harris hubiese podido improvisar una alianza viable aun si hubiese tenido más tiempo para hacer campaña.
“La gente, por alguna razón, siente que todo era mejor hace 4 años, y no creo que podamos combatir contra eso”, afirmó un veterano agente demócrata, señalando el creciente porcentaje de votantes latinos y negros que se inclinaron cara Trump. “Sencillamente tenemos una mala marca ahora”.
Marty Walsh, exsecretario de Trabajo de Biden, reconoció en una entrevista que los mensajes de la administración con demasiada frecuencia “sencillamente no retumbaron en la gente”. Mas advirtió que esas deficiencias no estaban ligadas a Biden ni a ningún otro candidato; más bien, el partido en conjunto no ha descubierto de qué forma llegar y instruir de manera eficaz a los votantes.
“No es un día para indicar con el dedo. Es un día para meditar”, afirmó.
Al igual que lo hizo a lo largo de la campaña, quizá en menoscabo de ella, Harris asimismo se negó a criticar a Biden públicamente o en privado, diciendo a sus cómplices que hizo lo mejor que pudo, mas que al final no fue suficiente, conforme una persona familiarizada con el tema. No importa a quién se le concedió el anonimato para describir las conversaciones.
Aún así, Biden se ha transformado en una meta central en el poco a poco más intenso discute entre los demócratas sobre lo que salió mal.
Varios demócratas apuntaron que el manejo por la parte de la administración del incremento de la inflación fue un paso en falso clave. En un inicio, la Casa Blanca lo descartó como un fenómeno temporal, y Biden tardó meses en entender el impacto que tenía en el electorado. El episodio les costó verosimilitud frente a los votantes y eclipsó los avances económicos que se estaban consiguiendo en otros lugares.
“No se lanzaron a ello suficientemente rápido”, afirmó Mike Lux, estratega demócrata y cofundador de Democracy Partners, quien defendió el historial de Biden mas lamentó que jamás arraigó entre los votantes de la clase trabajadora. “Verdaderamente estaba perjudicando a la gente, y sencillamente no respondimos de la forma que podríamos y deberíamos haberlo hecho en materia de política, hasta un punto, mas claramente en materia de comunicaciones”.
Pero alén de los puntos de cambio de las políticas, los críticos culparon al presidente y a sus aconsejes próximos por tergiversar la victoria de los demócratas en dos mil veinte como impulsada por una avalancha de apoyo al propio Biden, en vez de una expresión temporal de insatisfacción por la pandemia y un titular impopular en Trump.
Biden, que en un instante de la campaña de dos mil veinte se había comprometido a ser un aspirante “puente” cara una nueva generación, después fundamentó su candidatura a la reelección en la creencia de que solo podía derrotar a Trump, aun cuando mostraba señales claras de que, a los ochenta y uno años, , no era el aspirante activo de hace ni tan siquiera 4 años. En encuestas que se remontan a dos mil veintitres, más de las 3 cuartas unas partes de los estadounidenses pensaban que Biden era demasiado mayor para ocupar un cargo.
“No vieron su incapacidad para prosperar su juego”, afirmó Zogby sobre los primordiales aconsejes de Biden. “Había la sensación de que no había absolutamente nadie que pudiese hacerlo”.
La resolución congeló a múltiples posibles sucesores, vinculando al partido a un aspirante que, conforme insistieron sus aconsejes, ganaría impulso conforme avanzase la carrera. Y pese a las crecientes preocupaciones entre los demócratas sobre la eficiencia de Biden, fue preciso hasta el desastroso discute de junio a fin de que esas preocupaciones se hiciesen públicas. Aun entonces, Biden pasó prácticamente un mes tratando de salvar su candidatura ya antes de desamparar, dejando poco tiempo a fin de que los demócratas audicionaran nuevos aspirantes.
“Hubiera sido mejor si hubiésemos tenido una primaria, aun si Harris hubiese sido el campeón final”, afirmó el representante Seth Moulton (demócrata por Massachusetts), uno de los primeros demócratas en el Congreso que solicitó en público que Biden dimitiese tras las elecciones. discute. “Y era preciso que el aspirante demócrata se separara de un titular impopular, por más que amemos a Joe Biden. Ninguna de esas cosas sucedió”.
En cambio, Harris heredó la carrera cuando faltaban poco más de 3 meses para el final, obligada a depender de la infraestructura de campaña de Biden mientras que desarrollaba su plataforma presidencial sobre la marcha.
Hay que reconocer que Biden pasó de forma inmediata a un segundo plano mientras que Harris procuraba establecer su identidad como aspirante y recobrar terreno en frente de Trump, afirmaron los críticos del presidente. Mas para entonces ya era demasiado tarde, tanto para su reputación para la fortuna del Partido Demócrata.
“Es un buen hombre que puede estar orgulloso de sus logros. Mas su legado está hecho jirones”, afirmó Manley. “El país va en una dirección peligrosísima y se debe en parte a su soberbia”.
Lisa Kashinsky contribuyó a este informe.